15 de julio de 2010

El Ethos de la Psiquiatría (2ª parte)
RESUMEN

En el mejor marco de la deontología y moral médica, intento dilucidar los principios básicos y más específicos del “ethos” de la psiquiatría.

La relevancia de la psiquiatría y psicología médica en el ámbito del humanismo médico; la situación crítica ante los valores de la civilización actual; las reiteradas declaraciones de derechos humanos, etc... son -entre otras muchas- las motivaciones que nos conducen a un análisis del substrato de la ética, de sus códigos, de la moral, es decir, del “ethos”.

Ante visiones monopolares de la praxis médica psiquiátrica que discurren desde el pesimismo de la degradación hasta las exaltaciones más inverosímiles de maduración; se intenta presentar el “ethos” actual de la misma con la mayor objetividad; relacionándolo con el pasado y el presente del devenir histórico de la conciencia ética y, particularmente con las recientes “declaraciones universales de los derechos humanos”.

La realidad dinámica y, por ende, cambiante del hombre, obliga a estar atento a los signos de los tiempos para tener siempre iluminados los caracteres válidos del “ethos” -en este caso el de la psiquiatría- y poderlo así concienciar para que configure en cualquier momento la conducta de todos los comprometidos con esta especialidad médica que en cierto modo debe estar siempre presente en todo acto sanitario.

EL ETHOS DE LA PSIQUIATRIA

Prof. Dr. D. Alfonso Mª Ruiz-Mateos Jiménez de Tejada

INDICE

1. Introducción.

2. Ethos: sentimientos versus noesis.

3. Postulados básicos del ethos de la psiquiatría.


1. Introducción.

En el amplio marco de la deontología y moral médica interesa tener siempre iluminados los principios básicos y más específicos del ethos de la psiquiatría. Su relevancia y la de la psicología médica en el ámbito del humanismo médico; la situación crítica ante los valores de la civilización actual; las reiteradas declaraciones de derechos humanos, etc... son, entre otras muchas, las motivaciones que nos conducen a una análisis del substrato de la ética, de sus códigos, etc..., es decir, del ethos. Ante visiones monopolares de la praxis médica psiquiátrica que discurren desde el pesimismo de la degradación hasta las exaltaciones más inverosímiles de maduración; intentamos presentar el ethos actual de la misma con la mayor objetividad relacionándolo con el pasado y el presente del devenir histórico de la conciencia ética y, particularmente, con las recientes “declaraciones universales de los derechos humanos”. La realidad dinámica y, por ende, cambiante del hombre; obliga a estar atento a los signos de los tiempos para tener siempre clarificados los caracteres válidos del ethos -en este caso del de la psiquiatría- y poderlos así concienciar para que configuren en cualquier momento la conducta de todos los comprometidos con esta especialidad médica que, en cierto modo, debe estar siempre presente en todo acto sanitario.

2. Ethos: sentimiento versus noesis.

A la hora de concretar de forma específica la ubicación del ethos dentro de la complejidad de la persona humana, la tradición occidental ha alzaprimado al intelecto y a la volición. Nuestra postura, sin embargo, se inclina por la hegemonía de los sentimientos profundos. Aunque el ethos aflore de la persona como realidad unitaria, consideramos que no tiene en la inteligencia su primer existencial, sino en los sentimientos profundos. En estos últimos radica la concepción, gestación y parto del mundo de las ideas, de las formulaciones concretas de las normas de conducta. Desde esta perspectiva asumimos las siguientes matizaciones que Ortega y Gasset hace entre ethos, ética y moral: “Entiendo por ethos, sencillamente el sistema de reacciones morales que actúan en la espontaneidad de cada individuo, clase, pueblo, época. El ethos no es la ética ni la moral que poseemos. La ética representa la justificación ideológica de una moral y es, a la postre, una ciencia. Lo moral consiste en el conjunto de las normas ideales que tal vez aceptamos con la mente, pero que a menudo no cumplimos. Más o menos la moral es siempre una utopía. El ethos, por el contrario, vendría a ser como la moral auténtica, efectiva y espontánea que de hecho informa cada vida” (1.954)

En pro de una mayor clarificación de conceptos incidimos en lo que hemos venido a llamar pasión y defecto de definir. Entendemos por ethos: el conjunto de sentimientos profundos autónomos y, sólo accidentalmente, condicionados que afloran de la intimidad de la persona en relación al mundo de los valores, a su jerarquización y al compromiso con los mismos.

Puntualizando: Profundos en el sentido que la semántica mística ha dado al vocablo Hondón y, en cierto modo, al endón de la nosología psiquiátrica en tanto estos vocablos aluden a raigambre (conjunto de antecedentes, intereses, hábitos o efectos que hacen firme y estable una cosa); en contraposición, pues, tanto a sensaciones fugaces o sentimentalismos superficiales como a normativas noéticas oriundas de meras veleidades socio-culturales. Autónomos: con ello queremos resaltar que existen sentimientos intrínsecos a la condición del ser humano, sentimientos inherentes a su propia mismidad; inalterables en su núcleo esencial por muy irritativos que sean los estímulos exógenos a los que tienen que enfrentarse en su andadura histórica. Valores: en el sentido de alcance de la significación e importancia de cualquier realidad contemplada desde la mayor o menor relevancia en la integración armónica y madurante de la persona y de los grupos.

3. Postulados básicos del ethos de la psiquiatría.

La distinción cualitativa más peculiar de la psiquiatría consiste en ser la rama humanística o antropológica por excelencia de la medicina. La Psiquiatría y la Psicología Médica deben ser consideradas como la “forma sustancial” de todo acto médico. De esta trascendencia antropológica dimana con máximo énfasis la singularidad y relevancia del ethos de ambas disciplinas.

El objetivo de la medicina es la persona, paciente real -o posible, si tenemos en cuenta la medicina preventiva- pero, el objeto concreto del acto médico lo constituye el fenómeno dual e interaccionado del encuentro interpersonal. Sobre esta realidad se sustenta el núcleo esencial del ethos médico y son la Psiquiatría y la Psicología las ciencias encargadas de la investigación y enseñanza de este fenómeno, el más complejo y sublime, sin duda, de la praxis médica.

El encuentro conlleva como rasgos éticos inequívocos: el respeto sacro, la fidelidad, la reverencia, la sinceridad, la confianza, etc... Ante el tú sólo cabe una postura idónea, la que nace de la acogida abierta, del respeto ante lo inabarcable, del compromiso ante el máximo valor intramundano y de la integración al mismo. Estas cualidades deben ser aún más acrecentadas en cuanto el tú -el específico de la psiquiatría- es un paciente, sugestiva pero imprecisamente, denominado enfermo mental. Su condición de persona -como tal, singularidad irrepetible- y de personalidad alterada obligan con más énfasis a mantener una actitud holística, abierta a cualquier signo clarificador con la conciencia explícita del aforismo: “de homine nunquam satis”.

El ethos de la Psiquiatría expresa su máximo sentido cuando tiene presente que “la forma más intensa en la experiencia de la libertad personal es el amor. En él se da la paradoja de que mientras el sujeto tiene en sí su centro y sólo a sí se pertenece aún no es propiamente de sí mismo. Mas, cuando sale de sí y tiene en más al otro que a sí mismo, recibe de su mano su verdadero yo” (Romano Guardini, 1.954)

Consideramos entre las violaciones más funestas del ethos de la Psiquiatría las posturas herméticas que pretenden convertir lo que es meramente parcelario en óntico y absoluto. La historia de la Psiquiatría continúa siendo un triste espectáculo de compartimentos estanco replegados en visiones monocolores y cargados de jactancia y agresividad. El ethos que dimana de la conciencia de la persona como realidad esencialmente mistérica y, por ende, inabarcable obliga a todo profesional de la psiquiatría a mantener una actitud de humildad científica, ecléctica o abierta a toda clarificación. Las dimensiones somatógenas, psicógenas y sociógenas de la persona junto a su carácter ineludible de trascendencia inmanente y religiosa, son premisas que no pueden ser soslayadas para la recta formación y praxis del ethos del psiquiatra.

El profesional de la psiquiatría deberá mantener una alerta especial para que su ethos no sea manipulado por intereses ajenos al de su propio quehacer científico y humanitario. Es obligado tomar conciencia de que al ser la psiquiatría la rama por excelencia del humanismo médico, sea el blanco predilecto de intereses bastardos oriundos de intrusismos políticos, económicos, pseudoreligiosos, etc... No podemos aceptar las afirmaciones tajantes de los que consideran que la ética psiquiátrica sólo puede tener cabida en ámbitos particulares. Así nos encontramos con las opciones más extremas que discurren desde los que alzapriman de forma exclusivista la medicina privada, hasta los que sólo admiten los hospitales clínicos. Consideramos -y en ello ponemos nuestro mayor énfasis- que el ethos de la psiquiatría y su correcta aplicación práctica, se dará allí donde exista un profesional con una conciencia rectamente formada y comprometida, capaz de mantener sus convicciones por encima de todas las coacciones que puedan provenir del entorno o de su propia fragilidad.


*Catedrático de Psiquiatría-Neurología Universidad Alfonsiana-Roma, Doctor en Teología, Sociología y Medicina, Presidente de la Real Academia de Médicos Escritores y Miembro del Comité científico del Instituto Canario de Psiquiatría.

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