27 de mayo de 2013


La Histeria
Epítome (Segunda Parte)

Miguel Duque Pérez-Camacho*

Como decíamos en la primera parte, la histeria es una neurosis caracterizada por la hiperexpresividad somática de las ideas, de las imágenes y de los afectos inconscientes (Henri Ey.).

I-LAS MANIFESTACIONES VISCERALES
Clásicamente la “realidad” de los trastornos viscerales histéricos está admitida, y las “explicaciones” por la simulación, los efectos de la crisis o el pitiatismo han perdido mucho crédito. No parece difícil el admitir que la vida inconsciente pueda actuar sobre los fenómenos vitales y, por consecuencia, pueda expresarse por medio de alteraciones viscerales; toda la medicina psicosomática gravita sobre esta hipótesis. Las principales manifestaciones histeroorgánicas son los espasmos, las algias y los trastornos tróficos.
-LOS ESPASMOS: Los más frecuentes son digestivos: imposibilidad de tragar, náuseas, vómitos (principalmente los vómitos del embarazo). El famoso “bolo” histérico, sentido en el cuello o en el epigastrio. Pero existen otros espasmos; sobre todo urinarios (retención) y genitales (vaginismo, dispareunia), etc. El asma depende de una interpretación compleja.
-LAS ALGIAS: Es inútil intentar esquematizarlas. Todas las localizaciones y todos los tipos de dolor pueden ser sintomáticos de la histeria. Muy a menudo, su naturaleza será sospechada, apenas presentado el enfermo, por el aire dramático que confiere la expresión del síntoma. Un dolor que no sea explicable por correlaciones locales debe hacer pensar en la histeria.
-LOS TRASTORNOS TRÓFICOS Y GENERALES: Ya la catalepsia (estado nervioso caracterizado por la pérdida de contractilidad voluntaria y de la sensibilidad) nos ha mostrado ciertas anomalías vegetativas. Muchas más comunes son las reducciones, a veces extremas, del hambre (anorexia mental), de la sed, de las excreciones (oliguria, constipación). Babinski y Froment han descrito trastornos vasomotores y tróficos que aparecen en el curso de ciertas parálisis histéricas; los tegumentos están engrosados, fríos, cianóticos, las oscilaciones arteriales reducidas, la pilosidad, generalmente desarrollada.
Pueden incluirse en el mismo grupo de hechos ciertos trastornos paroxísticos considerados como formando parte de la “patología de la emoción”, ciertas crisis de urticaria o de edema de Quincke, ciertos espasmos vasculares. La realidad de ciertos trastornos tales como hemorragias localizadas o la fiebre no ha sido admitida por todos los autores, a falta de observaciones indiscutibles. Es el famoso problema de los estigmatizados. Para la mayoría de autores contemporáneos, estos hechos entrarían en el marco de los edemas y de los trastornos vasomotores histéricos.
Todos estos trastornos generales, tróficos o vasomotores deben ser considerados, cuando existen, como signos de gravedad de la neurosis. Sobre este inventario de síntomas, podemos subrayar que el contenido manifiesto de la histeria constituye una exageración patológica de ciertos modos normales de expresión. A cualquiera de nosotros el miedo “le quita la voz o le paraliza las piernas”, la atención concentrada nos vuelve “insensibles al dolor” o ante ciertas percepciones, “olvidamos” ciertas realidades que nos molestan; la alegría, el miedo a la cólera “nos hacen” bailar, gritar, enrojecer o palidecer, cerrar los puños, el asco nos produce náuseas, etc. Son manifestaciones no verbales de la emoción. El histérico habla de “este lenguaje de los órganos” con una especial elocuencia, vive las metáforas en vez de hablarlas y es esto lo esencial del fenómeno de conversión somática.

A-EL CARÁCTER HISTÉRICO Y LA PERSONA DEL HISTÉRICO.
Hay que considerar ahora la estructura de la personalidad histérica, que contiene virtualmente, en forma latente, estas manifestaciones. Es importante señalar que el carácter histérico es el subsuelo habitual de estos síntomas, rebasa por todos los lados la neurosis de conversión, ya que alcanza por una parte al sujeto normal (tendencia a “hacer comida”, a “hacer o sentir como si…”), y por otra a otras formas neuróticas (fobias, etc.) e incluso a ciertas psicosis. El “carácter”, la “mentalidad”, la “persona” del histérico han sorprendido siempre a los clínicos, quienes no pueden llegar a separar las manifestaciones histéricas de la organización neurótica de la personalidad de estos enfermos. Siempre se ha insistido sobre tres aspectos fundamentales del “carácter” histérico: a) la sugestibilidad, b) la mitomanía, c) las alteraciones sexuales.
1-Sugestibilidad: El histérico, bien porque sea sensible a la sugestión y particularmente a la hipnosis, bien porque se autogestione, se presenta como un individuo “plástico”. Es decir que es influenciable e inconsistente.
2-Mitomanía: El histérico, por sus comedias, sus mentiras y sus fabulaciones, no cesa de falsificar sus relaciones con los demás. Su existencia es a sus propios ojos una seria discontinua de escenas y de aventuras imaginarias.
3-Alteraciones sexuales: Es lo que da nombre a esta neurosis. Naturalmente, histérico no significa “erótico” o “hipergenital”, ya que los histéricos no son ninfómanos o excitados sexuales. Significa simplemente que su sexualidad está profundamente alterada. En este campo más que en los otros, las expresiones emocionales y pasionales tienen algo teatral, excesivo, que contrasta con fuertes inhibiciones sexuales. Así el “donjuanismo” masculino o el “mesalinismo” femenino de los histéricos ocultan siempre la impotencia, la frigidez o perversiones.
La inconsistencia de la persona. El Yo del histérico es un Yo que no ha conseguido organizarse conforme a una identificación de su propia persona.
La represión amnésica de los acontecimientos reales. Las “represiones”, las degeneraciones, los desconocimientos, en el curso de la vida, hacen desaparecer los recuerdos reales (amnesias, ilusión de la memoria) para sustituirlos ya sea por lagunas, ya por mentiras.
La falsificación de la existencia. El histérico no sólo vive en un mundo ficticio por efecto de la represión de todo lo que debería constituir la trama auténtica de su vida de relación, sino que además no cesa de obtener “beneficios secundarios” de neurosis por una especie de erotización de la imaginación.
Los sietes rasgos unánimemente reconocidos son, en orden decreciente: histrionismo, egocentrismo, labilidad emocional, dependencia, excitabilidad, actitud de seducción y sugestionabilidad.
Cuatros rasgos de la personalidad histérica se agrupan de manera estable: histrionismo, egocentrismo, provocación sexual y labilidad emocional, formando un factor que describe la histeria clásica. No obstante, dos rasgos “orales”, la agresividad y la agresividad oral, tiene una saturación muy fuerte.
Pero otras dimensiones pueden ponerse en primer plano, tales como la tendencia depresiva (Mallet), a menudo prevalente en la persona histérica, que siempre es vulnerable a lo que puede desvalorizarla. Induce los demás rasgos de carácter, como la dependencia, la sugestionabilidad y la búsqueda afectiva.

PERSONALIDAD HISTÉRICA
En la actualidad, la personalidad histriónica se asocia tan a menudo a los trastornos ansiosos como a los trastornos somatomorfos. Por otra parte, los límites entre los aspectos normales y patológicos de esta personalidad son imprecisos. Existen algunos estigmas comunes a las personalidades límite y narcisistas.
·         Histrionismo: La persona histérica teme sobre todo pasar inadvertida, hace todo lo necesario para llamar la atención, agradar y seducir: teatralidad de su presentación (arreglo, vestimenta), hiperexpresividad de sus actitudes posturales y mímicas (mirada, parpadeos), preocupación por atraer, necesidad de brillar y discurso “expresionista”, pero pobre en contenido. Nada es suficientemente bello para esta persona. Su apariencia es impersonal, copiada de los estereotipos de moda (el “look”) o de las celebridades. El histrionismo se acompaña de la falta de autenticidad: a diferencia de las personalidad narcisistas y límites, las histriónicas suelen expresar con emoción el sentimiento de imposibilidad de ser.
La frecuente insatisfacción de la vida psicosexual suele quedar ocultada por la seducción y la erotización de las etapas preliminares, y por una vida procreativa fecunda.
Las relaciones interpersonales (amistosas, laborales), que se establecen sin dificultad, son de naturaleza narcisista, más o menos erotizadas y obedecen poco a la reciprocidad.

·         Otras tendencias y rasgos: La vida intelectual y el pensamiento riguroso están poco catectizados, a diferencia de las capacidades creativas e imaginativas. El trastorno “conversión” se encuentra asociado a la personalidad dependiente, evitante y narcisista (el caso de Anna O, que es el seudónimo de Berta Pappenheim). Las demás particularidades psíquicas y psicosociales son: el predominio femenino, la alta frecuencia de casamientos, la marcada incidencia de los trastornos tímicos, las hospitalizaciones más frecuentes, la vida social perturbada (familia, amigos) y la adaptación social más favorable. Y no podemos olvidar la psicosis histérica, caracterizada por comienzo súbito, precipitación por un acontecimiento exterior, delirio sobre temas de posesión, influencia, persecución o misticismo, alucinaciones, despersonalización, ausencia, más que aplanamiento afectivo. Estas “locuras” histéricas no están sistematizadas ni estructuradas. En su correspondencia con Jung, Freud habla de “paranoia histérica”.
En el hombre histérico, más cercano a la personalidad psicopática, se observa: delincuencia menor, jactancia, sueños heroicos, gusto por la mistificación, tendencia al parasitismo, pasividad, dependencia, interés por los comportamientos femeninos (cuidado de los niños, actividades domésticas), búsqueda pasiva de  amor.

B-EVOLUCIÓN. COMPLICACIONES. PRONÓSTICO.
La neurosis histérica, a pesar de sus manifestaciones paroxísticas, es como toda neurosis una forma de anomalía de la personalidad que constituye una afección crónica. Sin duda la neurosis permanece durante más tiempo latente que manifiesta en el curso de la existencia. Pero tiene una particular tendencia a expresarse por una flotación de síntomas diversos (crisis, estados crepusculares, amnesias, síndromes funcionales variados), en primer lugar una cierta edad (adolescencia, pubertad, después en la edad critica), y a continuación tendencia a renovarse en ocasión de ciertas situaciones patógenas (emociones, exaltación colectiva, matrimonio, maternidad, accidentes, etc.).
La evolución de las manifestaciones neuropáticas es generalmente de corta duración, pero algunas de ellas pueden ser largas.

*Psiquiatra, Director del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Social (SEPPS).


BIBLIOGRAFÍA
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