25 de septiembre de 2017


TRASTORNO ANTISOCIAL  DE LA PERSONALIDAD
Epítome


El que no puede dar nada, tampoco puede sentir nada”
 Friedrich  Nietzsche.


Miguel Duque Pérez Camacho *


El Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas define el término antisocial como el psicópata o la conducta con tendencias contrarias al orden social.
El Trastorno Antisocial de la Personalidad, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, pertenece al grupo B de los Trastornos de la Personalidad junto al Trastorno Límite, Narcisista e Histriónico, los cuales han sido explicados en anteriores artículos.


Introducción


Para los autores Harold I. Kaplan y Benjamin J. Sadock, este trastorno se caracteriza por los continuos actos criminales o antisociales, pero no es un sinónimo de criminalidad. Más que esto, el trastorno supone una incapacidad para adaptarse a las normas sociales que implican muchos aspectos del desarrollo de los pacientes.
Se estima que la prevalencia de este trastorno entre los hombres es del 3% y entre las mujeres del 1%. Es el más común en las áreas urbanas deprimidas y entre la población flotante de estas zonas. Los chicos con este trastorno provienen de familias más numerosas que las chicas que sufren el mismo problema. El inicio suele darse antes de los quince años. Las chicas acostumbran a presentar los primeros síntomas antes de la pubertad, y los chicos incluso antes. En la cárcel, la prevalencia de dicho trastorno puede ser de hasta 75 %.
Una vez se desarrolla un Trastorno Antisocial de la Personalidad, evoluciona siguiendo un curso sin remisiones con un pico de conducta antisocial al final de adolescencia. El pronóstico es variable. Algunos informes indican que los síntomas disminuyen a medida que los pacientes se hacen mayores. Muchos pacientes presentan un trastorno por somatización y múltiples quejas físicas. Los trastornos depresivos y los trastornos por abuso de alcohol y otras sustancias, frecuentemente suelen ir emparejados.


Diagnóstico


Los pacientes con este trastorno, durante la entrevista, pueden parecer sosegados y creíbles, sin embargo detrás de este revestimiento se esconde tensión, hostilidad, irritabilidad e ira. Para realizar el diagnóstico es necesario realizar una exploración neurológica, ya que con frecuencia presentan anormalidades en el EEG y signos neurológicos leves que sugieren una lesión cerebral mínima.
El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, establece los siguientes criterios para el diagnóstico del Trastorno de la Conducta Antisocial:

A.      Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems: 1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención, 2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener beneficio personal o por placer, 3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro, 4) irritabilidad y agresividad , indicados por peleas físicas repetidas o agresiones, 5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás, 6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas, 7) falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros.
B.      El sujeto tiene al menos 18 años.
C.      Existen pruebas de un trastorno de conducta que comienza antes de la edad de 15 años.
D.     El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco.

Los pacientes con un Trastorno Antisocial de la Personalidad suelen parecer personas normales, incluso muy agradables. Sin embargo, sus historias revelan muchas áreas disfuncionales, tales como la mentira, la delincuencia, las escapadas del hogar, los robos, las peleas, el abuso de sustancias y las actividades ilegales, son experiencias que el paciente inicia en su niñez. Con frecuencia suelen impresionar a los especialistas del otro sexo con aspectos seductores y ricos de su personalidad, sin embargo los especialistas del mismo sexo pueden referirse a ellos como personas manipulativas y exigentes. Estos pacientes carecen de sentimientos de ansiedad o depresión, hecho que puede parecer incongruente con su situación, al igual que las explicaciones que suelen dar de sus propias conductas antisociales es que éstas son insignificantes. Las amenazas de suicidio y las quejas somáticas pueden ser frecuentes. Su contenido mental revela una completa ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional.
El término “embaucadores” representa muy bien a este tipo de pacientes. Son muy manipulativos y frecuentemente son capaces de involucrar a los demás en formas fáciles para obtener dinero, conseguir fama o notoriedad, lo que finalmente lleva a esas personas a la ruina financiera o al rechazo social, o ambas cosas. Se caracterizan por no decir la verdad, por lo que los demás no puedan fiarse de ellos. La promiscuidad, los abusos al cónyuge, el abuso de niños y el conducir ebrio son actividades frecuentes en la vida de estos sujetos.  Un factor a destacar es que al carecer de remordimiento sobre sus acciones, parece que carecen de conciencia.


Diagnóstico diferencial


El Trastorno Antisocial de la Personalidad puede distinguirse de la conducta ilegal, en el que el trastorno implica muchas áreas de la vida del sujeto.
La psiquiatra Dorothy Otnow Lewis, especializada en el estudio de individuos violentos y personas con trastorno de identidad disociativa, observó que muchas de estas personas tenían  un trastorno mental o neurológico que, o bien no se diagnosticaba, o bien se pasaba por alto.
Resulta más difícil diferenciar el Trastorno Antisocial de la Personalidad del abuso de las sustancias. Cuando ambos trastornos se inician en la niñez y continúan manifestándose en la vida adulta, deberían diagnosticarse los dos. Sin embargo, cuando la conducta antisocial es claramente secundaria al abuso premórbido de alcohol u otras sustancias, el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la Personalidad no está justificado.



*Psiquiatra, Director del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Social (SEPPS).
Con la colaboración de la psicóloga Paula María Gómez Hidalgo, adjunta a la Dirección del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI).