9 de diciembre de 2014

¡FELIZ NAVIDAD!


3 de noviembre de 2014

MEDICAMENTOS ORIGINALES Y GENÉRICOS

A la atención del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI)
Sr. Dr. D. Miguel Duque Pérez-Camacho


Estimado amigo, le agradecerÍa que colgaran en el blog estas consideraciones en torno a los medicamentos originales y genéricos desde el punto de vista farmacéutico.

Un cordial saludo,

Ramón Pelaez Paramo 



La frecuencia con que habitual y diariamente recibimos en la Farmacia por parte de pacientes o familiares de ellos, preguntas relativas a la posible diferencia entre medicamentos originales y medicamentos genéricos , nos mueve a expresar públicamente lo que pensamos sobre ello, dada la convivencia entre ambos.

Un medicamento previene, corrige o cura una enfermedad o sintomatología logrando a ser posible el bienestar físico y psíquico del paciente.

Un principio activo se puede transformar en medicamento cuando toma forma farmacéutica y esta listo para ser administrado.

La farmacodinamia estudia la acción del medicamento en el individuo sano.La farmacoterapéutica lo hace en el individuo enfermo.

Galenicamente es fundamental el estudio de un medicamento en su farmacodinamia. Para ello nos regimos por el LADME, Liberación, Absorción, Distribución, Metabolismo y Eliminación.

Si una especialidad farmacéutica posee igual LADME, es totalmente equivalente y no hay diferenciación entre Original y Genérico. El estudio comparado de ambas especialidades, nos dice las posibles diferencias entre una y otra relacionado directamente con su composición cualitativa y cuantitativa influido por los excipientes utilizados en su elaboración.


Firmado

Ramón Pelaez Paramo, colegiado 219
Alberto Pelaez Martinez, colegiado 1386
Gonzalo Pelaez Martinez, colegiado 1482




15 de septiembre de 2014

Las depresiones.

Sumario (Segunda parte)



Dr. Miguel Duque Pérez-Camacho *
                       
La pena que no desahoga en lágrimas
puede hacer llorar a otros órganos.
                                                                                                                             Henry Maudsley
 (1835 -1918)
Las causas de la depresión.

La depresión es un síndrome que agrupa cuatro clases de enfermedad:
-La depresión endógena cuya causa fundamental es la herencia. La sintomatología es acentuada y completa. Su evolución puede ser multifásica (varias fases), de tipo unipolar (solo depresión) o bipolar (alternancia entre episodios depresivos e hipertímicos).
-La depresión neurótica cuya causa fundamental es la ansiedad neurótica y/o inseguridad de sí mismo. La sintomatología ligera o moderada y asociada con rasgos neuróticos. Su evolución puede cronificarse.
-La depresión reactiva cuya causa es la situación en la vida. La sintomatología es variable. La evolución es variable, pero siempre unipolar. Los sentimientos de culpabilidad y autorreproche no se observan mucho en esta forma o son muy moderados, lo que constituye una diferencia clásica con la depresión mayor (antiguamente conocida como melancolía). Las ideas de suicidio son bastante frecuentes, pero la voluntad deliberada de morir es mucho más rara que en la depresión mayor. Las conductas suicidas corresponden de hecho aquí frecuentemente a un "llamamiento a la ayuda" o a un intento de presión sobre el entorno. La reactividad a las condiciones exteriores es muy grande en estos enfermos y esta es también una diferencia con la depresión mayor. Las influencias del medio y las circunstancias desempeñan un gran papel en la evolución. El elemento desencadenante: a veces se trata de un tratamiento afectivo real, importante y fácilmente comprensible por el observador: pérdida de un ser querido, fracaso de una relación interpersonal importante, dificultades de orden familiar, profesional, financiero, fracaso de un ideal colectivo, situación de añoranza o de soledad. A veces es precisamente el traumatismo el que nos aparece como mínimo y tenemos la impresión de que más bien se trata de una descompensación neurótica.
-La depresión somatógena cuya causa es la patología médica o sustancia química exógena. Su sintomatología está enmascarada con el proceso somático fundamental. La evolución es unifásica. Las cuatro modalidades de depresión son: depresión sintomática (trastorno médico general: lesiones cerebrales por tumor, trastornos vasculares, atrofias neuronales, meningoencefalitis, párkinson...), depresión orgánica (trastorno orgánico cerebral), depresión farmacógena (medicamentos) y depresión adictiva (drogas).

La depresión en la mujer.

La mujer es mucho más vulnerable para la depresión que el hombre. Las categorías de la enfermedad depresiva sobre las que incide la sobretasa femenina con un acento rotundo son la depresión neurótica y la depresión reactiva. Es de considerar la incidencia de estados depresivos con arreglo a este orden de más a menos: separada o divorciada, viuda, soltera y casada. La viudez significa para un sector de mujeres desenamoradas una liberación. Nunca se ha descartado del todo el potencial influjo depresógeno ejercido por el segundo cromosoma X.
La depresión premenstrual, llamada actualmente "trastorno disfórico premenstrual", puede tomar una evolución progresiva y llegar a transformarse en un estado depresivo mantenido sin interrupciones. Su mejoría con los productos activadores del sistema serotoninérgico, auxiliados por remedios contra la retención de líquidos (dieta pobre en sal y un diurético), se produce con rapidez y algunas veces hasta con espectacularidad.
La depresión postnatal se manifiesta dentro de los dos meses subsiguientes al parto o al aborto. El notable descenso experimentado por las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona) y el nivel alto de prolactina y la baja tasa plasmática de sustancias tiroideas. Favorecen la incidencia de esta depresión el parto estresante o difícil, el desamor del esposo o del compañero, la actitud maternal negativa o ambivalente hacia el recién nacido, el aislamiento o la falta de apoyo social y los medios económicos insuficientes. El antecedente de una fase depresiva y aún más de una depresión premenstrual o postnatal permite predecir con toda probabilidad la presentación de la depresión en el postparto.
El cuadro clínico varía entre los grados ligero y acentuado. En los cuadros ligeros suele prevalecer la sintomatología del humor depresivo, de la anergia y/o de la ritmopatía. Los cuadros acentuados pueden llegar a las formas más masivas de la depresión, como son la depresión estuporosa, la confusional y la alucinatoria. La tendencia a la repetición en los sucesivos partos es muy elevada.
La depresión menopáusica es en realidad una depresión premenopáusica, es decir, una depresión que se instaura durante el período de los dos años que preceden a la menopausia. Se sugiere como prevención la administración de estrógenos (en forma de parche) y se recurre al mismo producto con mucha frecuencia como auxiliar o complemento del tratamiento antidepresivo básico.
Por melancolía de amor, actualmente conocida como depresión por desamor, se entiende la enfermedad depresiva ocasionada por un amor no correspondido o también por un estado interior amoroso sin destinatario definido. El cuadro clínico fue descrito hace muchos años por el famoso médico árabe Avicena (980-1037): "Los signos son ojos hundidos y secos, sin humedad más que cuando lloran, continuo parpadear, sonrisas como si hubieran visto algo delicioso o hubieran oído algo agradable... Todas las partes del cuerpo aparecen secas, excepto los ojos hundidos debido a los muchos lloros y al insomnio".

La depresión geriátrica.

Es la depresión que se da en la edad tardía o avanzada. Afecta al 15-20 por ciento de la población de edad superior a los 75 años. Ofrece además la peculiaridad de afectar aproximadamente por igual a hombres y mujeres.

La depresión mayor.
La depresión mayor puede ser con o sin melancolía y con o sin síntomas psicóticos.
En la depresión mayor se describen constantes fallos de memoria, quizá provocados por dificultades en el procesamiento de datos, su recuperación o por simples falta de motivación y activación. La presencia de afectación cognoscitiva en la depresión se asocia con un peor pronóstico y a veces evoluciona hacia demencia. En el síndrome de Cottard existe delirio de negación respecto al propio cuerpo, a partes de éste, a la propia existencia, o ideas de creerse muerto y vacío por dentro, y de inmortalidad.

Distimia y depresión menor.
La distimia casi nunca se inicia por primera vez en la vejez y suele haber antecedentes en la edad adulta. Puede desencadenarse por acontecimientos vitales estresantes. Por su parte, en la depresión menor, el trastorno es más leve y recurrente; dura como mínimo dos semanas; no cumple los criterios de gravedad suficientes para la depresión mayor ni distimia, y no se relaciona con el estrés como desencadenante.

Ciclotimia. Se habla de ciclotimia cuando existen mejorías y empeoramientos no graves: hipomanía y depresión.

Trastorno adaptativo depresivo. El trastorno adaptativo depresivo puede alcanzar la gravedad de una depresión mayor o menor, pero se encuentra claramente relacionada con el factor estresante psicosocial y no debe alargarse más de seis meses tras desaparecer el factor estresante.
         A esta edad tardía tienen más peso los factores físicos y de disfunción cerebral que los factores genéticos que de personalidad. Hay una importante relación entre los síntomas depresivos y los factores cognoscitivos en los cuadros de inicio tardío.
         En más de la mitad  de los casos se asocia con acontecimientos estresantes recientes. Constituyen factores de riesgo: Depresión antigua, presencia de enfermedad física, dolor crónico, experiencias recientes adversas y pobreza en sus relaciones interpersonales.

Los medicamentos antidepresivos.

Quiero terminar nombrando de manera sucinta los medicamentos o fármacos antidepresivos que incluyen todos aquellos productos químicos que han acreditado poseer la capacidad de reducir total o parcialmente el estado depresivo en un amplio grupo de enfermos depresivos.
Con arreglo a la cronología de la aparición del fármaco se distinguen:
-Antidepresivos de la primera generación: la mayor parte de ellos son los antidepresivos tricíclicos, como la imipramina, desipramina, clomipramina, amitriptilina y nortriptilina.
-Antidepresivos de la segunda generación: un grupo muy heterogéneo por su estructura química, en la que se incluyen entre otros la maprotilina, mianserina y viloxacina.
-Antidepresivos de la tercera generación: este grupo comprende los inhibidores de la recaptación de la serotonina (trazodone, nefazodone, fluoxetina, fluvoxamina, sertralina, paroxetina y citaloprán), más otros agregados también en fechas relativamente recientes, llamados duales como la venlafaxina y la desvenlafaxina, la reboxetina (ISRN), la mirtazapina , la duloxetina y otros como la agomelatina.
Con arreglo al efecto sedante/estimulante del antidepresivo producido en todos los pacientes sean o no depresivos, se obtiene la escala siguiente: 1. Sedantes intensos: amitriptilina, trimipramina, doxepín, mianserina, mirtazapina. 2. Sedantes ligeros: maprotilina, clomipramina, fluvoxamina, paroxetina, citaloprán y escitalopran. 3. Neutros: imipramina. 4. Estimulantes ligeros: fluoxetina, sertralina. 5. Estimulantes intensos: nortriptilina, desipramina, amineptino, bupropión, venlafaxina y desvenlafaxina.



*Psiquiatra, Director del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Social (SEPPS).


Bibliografía
* Francisco Alonso Fernández, "Claves de la depresión". Segunda edición.
* Francisco Alonso Fernández, "Fundamentos de la Psiquiatría actual". Tercera edición renovada y actualizada.
* Herry Ey., P. Bernard y Ch. Brisset, "Tratado de Psiquiatría". Octava edición.
* Alfred M. Freedman, H. Kaplan y B.J. Sadock, "Tratado de Psiquiatría".
* Harold Kaplan, B. Sadock y J.A.Grebb, "Sinopsis de Psiquiatría". Séptima edición.
* Benjamín J. Sadock y Virginia A. Sadock, "Sinopsis de Psiquiatría". Novena edición.
* Inmaculada de la Serna, “Manual de psicogeriatría clínica”.




8 de septiembre de 2014


Las depresiones.

Sumario (Primera parte)


Dr. Miguel Duque Pérez-Camacho *
                       
La pena que no desahoga en lágrimas
puede hacer llorar a otros órganos.
                                                                                                                             Henry Maudsley
 (1835 -1918)

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su vigésima segunda edición, define la depresión en su cuarta acepción como: Síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos.
La depresión es una de las enfermedades más comunes a la que está sujeta la Humanidad. Paradójicamente, es probable que sea el síntoma que con más frecuencia pasa inadvertido, y cuando se reconoce, probablemente sea el síntoma simple peor tratado en la práctica clínica. No solo son múltiples y complejos los signos y síntomas de la depresión en cualquier estadio del trastorno, sino que hay muchos estadios y problemas diferentes en grupos de edad distintos. Por ejemplo, sus síntomas, al inicio, difieren considerablemente de los que se desarrollan más adelante y de los que aparecen en penúltimo lugar en el paciente deprimido que comete suicidio. También hay un factor de edad. Las manifestaciones en los adolescentes difieren considerablemente de las que se observan en edades posteriores.
Desde un punto de vista puramente descriptivo, a menudo los fenómenos que acompañan a la depresión no se pueden distinguir de los que se ven en la pena por la pérdida de alguien o algo, es decir, en la reacción normal de duelo y luto.
Además de los factores depresogénicos de origen psicológico y social, no se deben omitir los factores biológicos. Ciertas medicaciones pueden precipitar una depresión grave: la reserpina, los corticosteroides a altas dosis y las fenotiacinas, así como el abuso de ansiolíticos. Como veremos más adelante, ciertos síntomas depresivos pueden comprenderse mejor como un grito de ayuda.
La depresión anaclítica se refiere al síndrome que muestran los niños en el primer año de vida si se les priva de las atenciones de una figura maternal adecuada. El cuadro clínico depresivo comprende un conjunto de síntomas (rasgos subjetivos) y signos (rasgos objetivos: por ejemplo, pliegue de Veraguht) un tanto heterogéneo y abigarrado, variable de unos enfermos a otros.
El pliegue de Veraguht lo describió el neuropsiquiatra suizo Otto Veraguht como un peculiar pliegue en forma de triángulo en el ángulo nasal del párpado superior. El pliegue suele asociarse a la depresión.
Lo que hoy entendemos por depresión equivale al cuadro clínico denominado melancolía ya desde hace por lo menos veinticinco siglos, puesto que pueden encontrarse descripciones de lo que hoy conocemos como trastorno del estado de ánimo en textos muy antiguos. La historia del rey Saúl, en el Antiguo Testamento, describe un síndrome depresivo, así como lo hace también el suicidio de Ajax en la "Ilíada" de Homero. En el 400 a.C., Hipócrates utilizó los términos de "manía" y "melancolía" para designar trastornos mentales. El médico judío Moses Maimónides, en el siglo XII, consideró la melancolía como una enfermedad concreta.
La depresión es una enfermedad que acompaña al ser humano desde el nacimiento hasta la tumba. Ya en el lactante y durante la primera infancia, como señalamos antes, puede presentar una depresión (anaclítica) en forma de un llanto pertinaz, una débil reactividad a los estímulos, una falta de expresividad emocional o un trastorno del sueño.
El mayor índice depresivo se produce a partir de los 70 años. La característica sociodemográfica más popular de la depresión consiste en que el número de mujeres duplica al de hombres. Esta proporción de dos mujeres depresivas por un hombre extiende su validez entre los 15 y los 70 años. Por debajo de los 15 años existe un equilibrio a este respecto entre los géneros masculino y femenino, y lo mismo ocurre más allá de los 70 años.
La relación entre el estado civil y la presencia de la depresión ofrece datos de sumo interés. Las personas separadas y las divorciadas son las más afectadas por la depresión, y las casadas, las menos. La distribución de la frecuencia de la depresión se atiene a esta escala, de menos a más: casados, solteros, viudos y separados o divorciados. En todos los estados maritales la frecuencia masculina es menor que la femenina, a excepción de la viudez.
En el estrato socioeconómico, bajo la incidencia de la depresión se muestra algo más elevada que en el resto de la población.
La llamada depresión por fortuna no responde con rigor a esta designación ni, por tanto, es producto de la fortuna. La depresión así calificada suele deberse al incremento de las exigencias o responsabilidades implicadas al mejorar la situación laboral o económica, o simplemente a la falta de acomodación al nuevo estilo de vida.
La adaptación a cualquier situación innovadora exige un doble esfuerzo: el de renunciar a antiguos hábitos o preferencias y el de ajustarse a las nuevas circunstancias. Sobre este tránsito gravita el alto riesgo de incidir el cuadro descrito por los autores alemanes como "entwurzelungsdepression" (depresión por desarraigo), cuya máxima amenaza se produce cuando el sujeto se halla privado de los lazos que le unían a la antigua situación sin encontrarse todavía anclado en la nueva. Se presenta en emigrantes e inmigrantes. Hasta el cambio de casa, aunque sea para mejorar, puede provocar en la mujer el cuadro identificado en la bibliografía germana como "umzugsdepression" (depresión por la mudanza).

Los síntomas del estado depresivo.

Los enfermos depresivos muestran unos síntomas muy distintos de unos a otros.
En la depresión se distinguen cuatro dimensiones (síntomas). Todos los rasgos propios de cualquier enfermo depresivo corresponden a uno de estos cuatro apartados: humor depresivo, anergia (debilitación de los impulsos), discomunicación y ritmopatía.
En la práctica, los cuadros depresivos pueden ser completos, abarcando rasgos de las cuatro dimensiones (síntomas), o parciales, limitándose a los rasgos de una, dos o tres dimensiones.
El humor depresivo es un estado de ánimo impregnado de pesimismo. Puede manifestarse como:
a) Amargura o desesperanza, con tendencia al llanto, con lágrimas o sin ellas.
b) Incapacidad para experimentar placer y alegría (anhedonia).
c) Desvalorización o subestimación propia en forma de ideas de indignidad o inferioridad; sensación de incapacidad somática o psíquica; o sentimiento de culpa.
d) Disminución del apego a la vida o ideas suicidas.
e) Opresión precordial.
f) Dolores localizados en la cabeza, la espalda o en otro sector.
El humor depresivo, al igual que ocurre en las otras tres dimensiones, se acompaña con frecuencia de ciertos síntomas somáticos displacenteros. Hay depresivos donde se impone el dolor moral y otros invadidos por el dolor físico. Las experiencias dolorosas físicas más frecuentes son las siguientes: la sensación general del cuerpo pesado o rígido; la opresión o dolor en la cabeza, la cara, la región precordial, la boca del estómago o la espalda; el hormigueo en la cabeza, los brazos y las manos o las piernas y los pies; el picor en la región genital o mucosa rectal. Conviene precisar que la cabeza es uno de los sectores somáticos más afectados por el sufrimiento depresivo físico.
El humor depresivo se expresa exteriormente por la emisión de quejas, lamentos y crisis de llanto, a veces llanto sin lágrimas.
Algunas veces la mímica del depresivo no concuerda con el estado interior. El mejor ejemplo de ello es la mímica del depresivo sonriente.
La anergia se define como la debilitación de los impulsos. Se manifiesta como: a) apatía o aburrimiento; b) cavilación sobre la misma idea o presencia de indecisiones; c) falta de concentración; d) disminución de la actividad habitual en el trabajo y/o en las distracciones; e) fatiga general o cansancio precoz, y f) disfunción sexual o trastornos digestivos.
Los enfermos se sienten incapaces de afrontar las tareas cotidianas, pareciéndoles agotador el mínimo esfuerzo. Algunos experimentan esta sensación de cansancio, de agotamiento, en términos somáticos. Acusan cefaleas de tipo y asiento variable, como la cefalea posterior con sensación de peso, individualizada por TH. Alajouanine y J. Nick bajo el nombre de "síndrome del atlas".
Esta inhibición psíquica refleja igualmente el sentimiento de fatiga, que es finalmente un "taedium vitae", una dificultad creciente para conducirse en la vida de cada día. Hay defectos de memoria, se olvidan las cosas más simples, la atención se polariza hacia las dificultades que el paciente experimenta, se debilita la voluntad, apareciendo el enfermo como vacío de toda energía.
El cansancio depresivo puede aparecer como adinamia (falta de ganas de moverse) o de astenia (fatiga precoz). El síndrome integrado por la fatiga crónica y la fibromialgia (mialgia significa dolor muscular) corresponde muchas veces a un estado depresivo.
La discomunicación depresiva es un trastorno que conduce al aislamiento del enfermo depresivo mediante el bloqueo de la emisión y la recepción.
El bloqueo depresivo de la emisión y la recepción se extiende a los dos niveles o canales de la comunicación interhumana directa: el principal, el lenguaje hablado y escrito, y el complementario, el lenguaje no verbal o comunicación corporal.
El empobrecimiento emisor y receptor de la comunicación corporal se refleja en estos otros datos: la expresión facial rígida, con una mímica poco expresiva; la gesticulación muy limitada; el abandono de la indumentaria o el vestido, extendido a veces a los cuidados higiénicos; la reducción de la agudeza visual. Además, en algunos depresivos discomunicados se bloquea la recepción de las señales olfativas y su emisión puede tomar la forma delirante de creer que se desprenden olores desagradables del cuerpo propio (autodisosmofobia). La pérdida del sabor para las comidas es también un trastorno frecuente de esta serie.
La discomunicación puede manifestarse en: brotes de mal humor o enervamiento; tendencia a afligirse por todo; retraimiento social; abandono de las lecturas, la radio y la televisión; sensación de soledad o desconfianza, y descuido en el arreglo corporal y en el vestuario.
La ritmopatía o disregulación de los ritmos comprende no solo la desorganización de las formas rítmicas biopsíquicas puntuales más características del ser humano, a saber, la actividad/descanso, la alimentación y el sueño, sino que se expresa modificando profundamente el ritmo existencial y la temporalidad.
Los ciclos de la actividad/descanso, la alimentación y el sueño coinciden en agruparse entre los fenómenos psicobiológicos rítmicos llamados ritmos circadianos.
Los trastornos del apetito y el peso ocupan entre los trastornos ritmopáticos el segundo lugar. Su manifestación más frecuente es la anorexia acompañada de pérdida de peso. La mayor parte de las anorexias mentales constituyen en realidad una conducta sintomática del estado depresivo. Su trastorno básico no es verdaderamente la anorexia (falta del apetito), sino un rechazo del alimento determinado por la fobia a ganar peso. En el otro polo, los episodios de "atracones de dulces y bollos", conocidos como bulimia y vividos como una sensación de culpa abrumadora, deben su origen casi siempre a un estado depresivo.
El ciclo circadiano por excelencia es el integrado por el ritmo sueño/vigilia o ritmo nictameral. La perturbación del sueño más frecuente en los depresivos es el insomnio precoz, que se refiere a la dificultad de conciliar el sueño. También es muy frecuente el insomnio medio, en el que el sueño queda sometido a la presentación de pesadillas nocturnas o a la interrupción mediante despertares. El insomnio tardío, en el que produce el despertar precoz, representa el trastorno sómnico de mayor peso específico para el diagnóstico de la depresión.
La ritmopatía se puede manifestar como: gran fluctuación de los síntomas a lo largo del día o notables diferencias entre la mañana y la tarde; pérdida de apetito y peso; crisis de hambre voraz; dificultad para conciliar el sueño; pesadillas nocturnas, sueños sombríos o despertar temprano, e hipersomnia durante el día.

*Psiquiatra, Director del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Social (SEPPS).




12 de mayo de 2014


MEDICAMENTOS ORIGINALES VERSUS GENÉRICOS
Dr. Miguel Duque Pérez  Camacho*

Cada vez más aparecen campañas en los principales medios de comunicación para que los consumidores opten por medicinas genéricas en vez de medicinas de marca. Su precio es menor y los componentes son los mismos que una de patente, así que la decisión es obvia. La realidad es que quien tiene la posibilidad de comprar un medicamento de marca tiende a hacerlo creyendo que por pagar más recibirá un producto de mayor calidad. Examinamos esta y otras creencias bajo una lupa, y te mostramos cuál gana en el debate de las medicinas.
Lo primero que es importante  conocer es a qué se refiere una medicina cuando dice que es de laboratorio o de patente u original, y qué es cuando dice que es un genérico. Hay algunos términos importantes de entender como “biodisponibilidad” y “bioequivalencia” y aunque parezcan muy complicados, son sencillos de comprender.
 Para comenzar, un medicamento de patente o de laboratorio es aquel que, como su nombre indica, ha sido creado utilizando una fórmula patentada por un determinado laboratorio y el nombre bajo el cual se introduce al mercado es el que la farmacéutica decide. Los derechos de esa marca le pertenecen durante una cantidad determinada de años (vigencia de la patente) y una vez que ésta caduca, todos los fabricantes de fármacos pueden acceder a ella.
En contraste, una medicina genérica se define de la siguiente manera: "el medicamento que tenga la misma composición cualitativa y cuantitativa en principios activos y la misma forma farmacéutica y cuya bioequivalencia con el medicamento de referencia haya sido demostrada por estudios adecuados de biodisponibilidad". Este concepto es establecido por el Real Decreto en Europa y es aplicado en todo el mundo, por lo que se entiende que aquella medicina debe de ser exactamente igual al de la fórmula que fue patentada años atrás.
Pero, ¿a qué se refieren con biodisponibilidad y bioequivalencia? El primer término significa el tiempo que tarda en actuar esa sustancia activa en el cuerpo de quien la ingiere, que debe de ser la misma cantidad de minutos u horas si se administra uno genérico o uno de marca. Referente al medicamento genérico, se acepta que exista unos niveles en sangre (Biodisponibilidad) semejantes al medicamento original con la particularidad diferencial de un 20%  por encima o por debajo. Esta variabilidad del 20% entre el medicamento genérico y su marca al parecer no es relevante con medicamentos con margen en la dosis, como ocurre con algunos  antibióticos por lo que no se espera que ocasionen problemas importantes en su eficacia terapéutica.

 Bioequivalencia se refiere a la cualidad adaptable que puede tener un producto para presentarse en diferentes formas. Por ejemplo: seguramente conoces alguna medicina que esté disponible en pastillas y en inyecciones, la última hace su efecto más rápido que la primera, esto por el recorrido que tiene que hacer por el cuerpo.
 Los excipientes son los componentes del medicamento diferentes del principio activo (sustancia responsable de la actividad farmacológica). Éstos se utilizan para conseguir la forma farmacéutica deseada (cápsulas, comprimidos, soluciones, inyectables, etc.) y facilitan la preparación, conservación y administración de los medicamentos. Es el único componente que puede diferir cuando comparamos un medicamento genérico y su equivalente de marca o patente.

Es necesario recordar que la posibilidad de usar diferentes excipientes por parte de los medicamentos genéricos o EFG (algo que no siempre es así), no compromete en absoluto la calidad del producto final, ya que todos los excipientes usados en cualquier medicamento utilizado en España deben estar aprobados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). El único problema que puede provocar un excipiente en concreto es la intolerancia del paciente hacia el mismo (como por ejemplo, la lactosa), pero en cualquier caso, ese fenómeno se daría de la misma manera en un EFG y en su equivalente de marca.

Los diferentes excipientes que suelen usarse en los medicamentos que se consumen de forma más habitual son:
§       Aglutinantes (binders): mantienen los ingredientes de una tableta unidos. Comúnmente se utilizan almidones, azúcares y celulosas como Hidroxipropil celulosa o lactosa. También se utilizan azúcares alcohólicas como xilitol, sorbitol o maltitol.

§ Diluyentes (fillers): rellenan el contenido de una pastilla o cápsula para lograr una presentación conveniente para el consumo. La celulosa vegetal es un relleno cuyo uso es bastante extendido en tabletas o cápsulas de gelatina dura. El fosfato de calcio dibásico es también un relleno popular para tabletas. Para cápsulas de gelatina blanda suele utilizarse flor de cártamo.

§   Desintegradores (disintegrants): estos se expanden y disuelven cuando se les moja causando que la tableta se rompa en el tracto digestivo y libere los principios activos para su absorción.

§       Lubrificantes (lubricants): previenen que los ingredientes se agrupen en terrones o que se peguen en alguna de las máquinas industriales con los que se fabrican. Los minerales comunes como talco o silica, y grasas esteroides son los lubricantes más frecuentes en tabletas o cápsulas de gelatina dura.

§         Recubridores (coatings): protegen los ingredientes de la tableta de los efectos del aire, de la humedad y ayudan a que las tabletas de sabor poco placentero sean más fáciles de tragar. La mayoría de las tabletas recubiertas utilizan una capa de celulosa (fibra vegetal) que está libre de sustancias alergénicas. Otros materiales utilizados son polímeros sintéticos u otros polisacáridos. Según la velocidad de disolución de un recubrimiento se puede determinar en qué lugar del tracto digestivo se liberen las proteínas, o el periodo de acción de estas.

§   Edulcorantes: sirven para hacer las pastillas más deglutibles, otorgándoles sabor más agradable.

§        Saborizantes y colorantes: sirven para mejorar las propiedades organolépticas, y por tanto, aumentar el cumplimiento terapéutico.

 Actualmente hay 276 principios activos con versiones genéricas. Según su aplicación, se distribuyen mayoritariamente en los siguientes grupos:
                    ·     cardiovascular (56)
                    ·     sistema nervioso (51)
                    ·     antiinfecciosos (40)
                    ·     antineoplásicos (28) 
                    ·     aparato digestivo (22)
Seguro que habrá más versiones genéricas de más principios activos a medida de  que vayan finalizando el periodo de patente de cada medicamento. Durante ese plazo el medicamento innovador tiene la exclusividad comercial, privilegio que se otorga al laboratorio para que pueda amortizar los costes de la investigación.
Existe la creencia de que si algo es barato es porque es de menor calidad o que no funcionará de igual manera. Desde que han aparecido los genéricos en el mercado, mucha gente piensa que son malos, que no atacan de la misma forma a una enfermedad o que incluso no tienen los componentes necesarios para eliminar un padecimiento.
Aunque mucha gente piense que un medicamento de patente es mejor que un genérico, esto es totalmente falso y ninguno es mejor que otro. Como se mencionaba anteriormente, todas las medicinas tienen un principio activo (es como la "esencia" del medicamento), y éste debe ser igual para cualquier genérico que exista en el mercado; es decir, en la misma proporción que la fórmula original así como el mismo componente.
Si llegara a mezclarse en el fármaco en una dosis mayor o menor, éste no podría lanzarse a la venta al mercado porque existen instancias en todos los países que se encargan de vigilar las composiciones. Así como el Real Decreto establece las reglas en Europa, también existe la Federal Drug Administration en los Estados Unidos, la Secretaría de Salud en México, la European Mediciones Agency en Europa, Health Canada en Canadá, el National Institute of Health Sciences en Japón, entre otras. Estas entidades se encargan de vigilar muy de cerca la actividad de los laboratorios para que éstos cumplan con todas las normas oficiales.
Más allá de las marcas, el consumidor debe fijarse que el nombre del principio activo sea el mismo que se indicó en la receta otorgada por el médico. Piénsalo de esta manera: en el mercado existen infinidad de productos de diferentes marcas; detergentes, chocolates en polvo, leches, etc. Todos ellos tienen el mismo componente de base aunque los fabrica una casa distinta; así son los principios activos en la medicina.
Muchas personas al momento de ver el precio de las medicinas genéricas en comparación con las originales se preguntan por qué son más económicas. La diferencia puede crear desconfianza en el consumidor, haciéndolo pensar que aunque las medicinas de marca sean más caras, vale la pena invertir en ellas pensando que serán más efectivas. Pero esto no podría estar más lejos de la verdad.
Un genérico es un medicamento autorizado oficialmente en base a unos estudios científicos una vez que ha expirado la patente del medicamento de referencia (el de marca)”, explica el profesor Alfonso Domínguez, catedrático emérito de la Universidad de Salamanca. 
La razón por la que una es más económica que otra es muy sencilla. Las medicinas que provienen de laboratorio, como ya se mencionó, gastan muchos años y recursos en investigación de una fórmula. Esto quiere decir que invierten una fuerte cantidad en científicos, equipo, sustancias y químicos para crear esa medicina. Una vez que lo han logrado deben pagar una cantidad algo elevada para obtener la patente de ese producto (algo así como los derechos reservados), además de absorber todos los gastos que derivan de esa nueva medicina: mercadotecnia, promoción y difusión de la misma.
La farmacéutica, al igual que cualquier otra empresa, debe recuperar toda la inversión y ganar por ese producto, de ahí la razón de su precio elevado. Además, como las patentes tienen cierta vigencia, deben explotar al máximo la capacidad de venta en ese periodo, porque en cuanto caduque, cualquiera podrá conocer la fórmula y crear competencia. Los medicamentos genéricos toman la patente que ya ha vencido a un precio mucho menor, y la reproducen para comercializarla en el mercado con otros nombres. Sin embargo, los compuestos que la forman son los mismos de los que tiene el laboratorio que los creó, así que para efectos prácticos se habla de una misma sustancia.
Afortunadamente cada vez es mayor la cantidad de medicamentos que tienen sus genéricos dentro del mercado de la salud, aunque hay ciertas excepciones. El único cuidado que se debe tener con respecto a este tipo de medicamentos es cuando tu médico te ha recetado específicamente una marca de medicina. Eso puede significar varias cosas: posiblemente no existan fármacos de corte genérico porque es de muy reciente creación, quizás se necesite forzosamente esta medicina ya que eres alérgico a los componentes de otra fórmula de una marca diferente, o posiblemente ésta sea la exactamente indicada para tu padecimiento, etc. Si tienes alguna duda, debes preguntarle a tu médico porqué no te incluyó un genérico dentro de tu receta y él te explicará detalladamente las razones de su tratamiento para ti.





*Psiquiatra, Director del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Social (SEPPS).