TRASTORNO
ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD
Epítome
“El que no puede dar nada, tampoco puede sentir nada”
Friedrich
Nietzsche.
Miguel Duque Pérez Camacho *
El Diccionario Terminológico de
Ciencias Médicas define el término antisocial como el psicópata o la conducta
con tendencias contrarias al orden social.
El Trastorno Antisocial de la Personalidad,
según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, pertenece
al grupo B de los Trastornos de la Personalidad junto al Trastorno Límite,
Narcisista e Histriónico, los cuales han sido explicados en anteriores
artículos.
Introducción
Para los autores Harold I. Kaplan y
Benjamin J. Sadock, este trastorno se caracteriza por los continuos actos
criminales o antisociales, pero no es un sinónimo de criminalidad. Más que
esto, el trastorno supone una incapacidad para adaptarse a las normas sociales que
implican muchos aspectos del desarrollo de los pacientes.
Se estima que la prevalencia de este
trastorno entre los hombres es del 3% y entre las mujeres del 1%. Es el más
común en las áreas urbanas deprimidas y entre la población flotante de estas
zonas. Los chicos con este trastorno provienen de familias más numerosas que
las chicas que sufren el mismo problema. El inicio suele darse antes de los
quince años. Las chicas acostumbran a presentar los primeros síntomas antes de
la pubertad, y los chicos incluso antes. En la cárcel, la prevalencia de dicho
trastorno puede ser de hasta 75 %.
Una vez se desarrolla un Trastorno
Antisocial de la Personalidad, evoluciona siguiendo un curso sin remisiones con
un pico de conducta antisocial al final de adolescencia. El pronóstico es
variable. Algunos informes indican que los síntomas disminuyen a medida que los
pacientes se hacen mayores. Muchos pacientes presentan un trastorno por
somatización y múltiples quejas físicas. Los trastornos depresivos y los
trastornos por abuso de alcohol y otras sustancias, frecuentemente suelen ir emparejados.
Diagnóstico
Los pacientes con este trastorno,
durante la entrevista, pueden parecer sosegados y creíbles, sin embargo detrás
de este revestimiento se esconde tensión, hostilidad, irritabilidad e ira. Para
realizar el diagnóstico es necesario realizar una exploración neurológica, ya
que con frecuencia presentan anormalidades en el EEG y signos neurológicos
leves que sugieren una lesión cerebral mínima.
El Manual Diagnóstico y Estadístico
de los Trastornos Mentales, DSM-V, establece los siguientes criterios para el
diagnóstico del Trastorno de la Conducta Antisocial:
A.
Un
patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se
presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los
siguientes ítems: 1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que
respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente
actos que son motivo de detención, 2) deshonestidad, indicada por mentir
repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener beneficio
personal o por placer, 3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro,
4) irritabilidad y agresividad , indicados por peleas físicas repetidas o
agresiones, 5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás,
6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un
trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas, 7) falta
de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber
dañado, maltratado o robado a otros.
B.
El
sujeto tiene al menos 18 años.
C.
Existen
pruebas de un trastorno de conducta que comienza antes de la edad de 15 años.
D.
El
comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia o un episodio maníaco.
Los pacientes con un Trastorno
Antisocial de la Personalidad suelen parecer personas normales, incluso muy
agradables. Sin embargo, sus historias revelan muchas áreas disfuncionales,
tales como la mentira, la delincuencia, las escapadas del hogar, los robos, las
peleas, el abuso de sustancias y las actividades ilegales, son experiencias que
el paciente inicia en su niñez. Con frecuencia suelen impresionar a los
especialistas del otro sexo con aspectos seductores y ricos de su personalidad,
sin embargo los especialistas del mismo sexo pueden referirse a ellos como
personas manipulativas y exigentes. Estos pacientes carecen de sentimientos de
ansiedad o depresión, hecho que puede parecer incongruente con su situación, al
igual que las explicaciones que suelen dar de sus propias conductas
antisociales es que éstas son insignificantes. Las amenazas de suicidio y las
quejas somáticas pueden ser frecuentes. Su contenido mental revela una completa
ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional.
El término “embaucadores” representa
muy bien a este tipo de pacientes. Son muy manipulativos y frecuentemente son
capaces de involucrar a los demás en formas fáciles para obtener dinero,
conseguir fama o notoriedad, lo que finalmente lleva a esas personas a la ruina
financiera o al rechazo social, o ambas cosas. Se caracterizan por no decir la
verdad, por lo que los demás no puedan fiarse de ellos. La promiscuidad, los
abusos al cónyuge, el abuso de niños y el conducir ebrio son actividades
frecuentes en la vida de estos sujetos. Un
factor a destacar es que al carecer de remordimiento sobre sus acciones, parece
que carecen de conciencia.
Diagnóstico diferencial
El Trastorno Antisocial de la Personalidad
puede distinguirse de la conducta ilegal, en el que el trastorno implica muchas
áreas de la vida del sujeto.
La psiquiatra Dorothy Otnow Lewis, especializada en el estudio de individuos violentos y
personas con trastorno de identidad disociativa, observó que muchas de estas
personas tenían un trastorno mental o neurológico
que, o bien no se diagnosticaba, o bien se pasaba por alto.
Resulta más difícil
diferenciar el Trastorno Antisocial de la Personalidad del abuso de las
sustancias. Cuando ambos trastornos se inician en la niñez y continúan
manifestándose en la vida adulta, deberían diagnosticarse los dos. Sin embargo,
cuando la conducta antisocial es claramente secundaria al abuso premórbido de
alcohol u otras sustancias, el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la
Personalidad no está justificado.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
Con la
colaboración de la psicóloga Paula María Gómez Hidalgo, adjunta a la Dirección
del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI).