10 de diciembre de 2015
26 de octubre de 2015
El Síndrome del
Desgaste Profesional “Burn Out”.
Sumario.
El
exceso de trabajo no ha matado a nadie;
pero
no quieras correr el riesgo de ser el primero.
Noel Clarasó
Miguel Duque Pérez-Camacho*
El término "Burn
out" procede del inglés y se traduce en castellano por "estar
quemado". A mediados del año 1974 el psiquiatra Herbert
Freudenberger describió el síndrome Burn out, aunque no con tal
nombre, como una patología psiquiátrica que experimentaban algunos
profesionales que trabajaban en algún tipo de institución cuyo objeto de
trabajo son personas.
El psiquiatra trabajaba en
una clínica de Nueva York y observó como la gran mayoría de los voluntarios que
trabajaban con toxicómanos, en un periodo determinado -normalmente un año-,
sufrían de forma progresiva una pérdida de energía, hasta llegar al
agotamiento, síntomas de ansiedad y depresión así como desmotivación en su
trabajo y agresividad con los pacientes.
Herbert Freudenberger lo definió como
“una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una
sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual
del trabajador.
En las mismas fechas (1974),
la psicóloga social Cristina Maslach utilizó el término Burn
out, empleado hasta entonces por los abogados californianos para describir
el proceso gradual de pérdida de responsabilidad profesional y desinterés
cínico entre compañeros de trabajo, para referirse a un conjunto de respuestas
emocionales que afectaban a los profesionales de ayuda.
Cristina Maslach (1976) estudió lo
que denominaba "pérdida de responsabilidad profesional", así, desde
el ámbito psicosocial, describía el síndrome sin estigmatizar psiquiátricamente
a la persona. En 1986, Maslach y Jackson, define el síndrome como "un
síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización
personal, que puede ocurrir entre individuos que trabajan con personas."
En 1988 Pines y
Aronson proponen una definición más amplia, no restringida a las
profesiones de ayuda: "Es el estado de agotamiento mental, físico y
emocional, producido por la involucración crónica en el trabajo en situaciones
con demandas emocionales".
Brill, otro investigador de esta
área, lo entiende como un estado disfuncional relacionado con el trabajo en una
persona que no padece otra alteración psicopatológica significativa.
La literatura nos ofrece al menos diecisiete
denominaciones diferentes en castellano para el fenómeno, si bien algunas de
ellas presentan una gran similitud. Considerando ese grado de similitud, las
denominaciones pueden ser clasificadas en tres grupos.
Un primer grupo recogería
las denominaciones que toman como referencia para la denominación en castellano
el término original anglosajón burn out. En este grupo de denominaciones se
habla de:
1) Síndrome de quemarse por el
trabajo (Gil-Monte y Peiró, 1997)
2) Síndrome de estar quemado en
el trabajo (Salanova y colaboradores, 2000)
3) Síndrome de quemarse en el
trabajo (Guillén y Santamaría, 1999; Manassero, 2000)
4) Síndrome de estar quemado (Da
Silva y colaboradores, 1999)
5) Síndrome del quemado (Chacón
y colaboradores, 1999)
6) Estar quemado (Olmeda y
colaboradores, 2002)
7) Quemazón profesional (Aluja,
1997)
Un segundo grupo recoge
aquellas denominaciones que optan por una vía alternativa a la traducción
literal. Son denominaciones que se caracterizan por tomar como referencia el
contenido semántico de la palabra, o el contenido de la patología, en lugar de
una traducción más o menos literal del término anglosajón:
8) Desgaste psicológico por el
trabajo (García, Sáez y Llor, 2000)
9) Desgaste ocupacional (López,
1996)
10) Desgaste profesional (Arón y
colaboradores, 2000)
11) Agotamiento profesional
(Belloch y colaboradores, 2000)
12) Síndrome de cansancio
profesional (Belloch y colaboradores, 2000)
Por último, un tercer
grupo recogería aquellos estudios en los que se considera que el
síndrome de quemarse por el trabajo es sinónimo de estrés laboral, y por tanto
es posible denominarlo como:
13) Estrés crónico laboral
asistencial (Manzano, 2001)
14) Estrés laboral asistencial
(Arranz, Torres, Cancio y Hernández, 1999),
15) Estrés profesional (Aluja,
1997)
16) Estrés laboral (Fuertes et
al., 1997; García et al., 1999)
El número de denominaciones
se puede ampliar a diecinueve al incluir la denominación “síndrome del
empleado” ofrecida en la página web de la Universidad de California y
la denominación “enfermedad de Tomás o síndrome de Tomás” (Meeroff, 1997;
Mingote y Pérez, 1999; Tarela, 2002). Éste, no es un SDP genuino porque el Dr.
Tomás, personaje de la “Insoportable levedad del ser” del checo Milan Kundera,
que trabaja en la Sanidad Pública, lo que desea es llegar a la Sanidad Privada
para ganar prestigio y enriquecerse.
Una vez que está afectado el
trabajador, si no es con una intervención externa de cambio de las condiciones
que han motivado esa alteración, de protección, de ayuda o mediante un reajuste
laboral, no conseguirá recuperar su salud. El SQT (Síndrome del Quemado en el
Trabajo) no se da como consecuencia de un salario insuficiente, o de
incompetencia por falta de conocimientos, o debido a las dificultades físicas,
ni es consecuencia de cualquier trastorno mental existente.
En mi opinión, estos
trabajadores sanitarios no han sido gratificados verbalmente por la empresa, la
organización, los superiores jerárquicos ni los familiares de los pacientes que
no han valorado su entrega, entusiasmo, rendimiento y en ocasiones sacrificio.
Conclusiones para delimitar el concepto de SQT:
· El burnout es
consecuencia de la exposición a estresores laborales. Esta interacción del
trabajador con unas determinadas condiciones laborales de riesgo puede provocar
el síndrome, siendo, por tanto, una consecuencia sobre la salud en la persona
que se deriva del trabajo.
· Es preciso que en el
desarrollo del trabajo se dé un intercambio relacional intenso y duradero de
trabajador - cliente, trabajador-paciente o trabajador-usuario. Esta respuesta
se caracteriza más en trabajos de "servicios humanos" de ayuda. No
obstante, se ha identificado en otros profesionales como directivos, mandos
intermedios, deportistas, entrenadores, etc.
· La comunidad científica
acepta conceptualmente el planteamiento empírico de la tridimensionalidad del
síndrome (Maslach y Jackson, 1981), que se síntomatiza en cansancio
emocional, despersonalización y reducida realización personal.
· Los conceptos de estrés y burnout son
constructos diferentes.
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) define el estrés como el conjunto de reacciones fisiológicas
que prepara el organismo para la acción.
Selye precisa:
“Mientras que el estrés representa la suma de las modificaciones inespecíficas
que se producen en el organismo en un momento cualquiera, el síndrome general
de adaptación (SGA) engloba todas las modificaciones inespecíficas que se
desarrollan en el tiempo, durante la exposición continua a los ataques de un
factor estresante”.
El SGA se desarrolla
progresivamente en tres fases: reacción de alarma, fase de resistencia y fase
de agotamiento.
Factores de riesgos a nivel de organización: Estructura de la
organización muy jerarquizada y rígida, Falta de apoyo instrumental por parte
de la organización, Exceso de burocracia, "burocracia
profesionalizada".
Factores de riesgo relativos al diseño del puesto
de trabajo: Sobrecarga de trabajo, exigencias emocionales en
la interacción con el paciente, Descompensación entre
responsabilidad y autonomía.
Factores de riesgo relativos a las
relaciones interpersonales: Trato con usuarios difíciles
o problemáticos, Relaciones conflictivas con clientes, Negativa dinámica de
trabajo, Relaciones tensas, competitivas, con conflictos entre compañeros y con
usuarios.
El SQT es un proceso que
surge como respuesta al estrés laboral crónico y, por tanto, es un fenómeno que
está vinculado a la aparición de riesgos psicosociales en el trabajo. Este
fenómeno puede ser catalogado como el resultado de un proceso de acoso
psicosocial en el trabajo.
Existen dos interrogantes
que se plantean con frecuencia:
a) ¿Se trata de una patología
nueva o ya existía antes de la década de los setenta?
b) ¿El SDP ( Síndrome de
Desgaste Profesional) se da sólo en profesionales de ayuda o se puede
desarrollar también en otro tipo de trabajadores?
Con el SDP ha ocurrido algo
similar a lo ocurrido con la obesidad. El fenómeno siempre ha estado ahí, puede
que siempre hayan existido personas afectadas por el SDP, y no sería de
extrañar que esto sea así desde que el trabajo se configuró como un fenómeno
colectivo y social. A lo largo del siglo pasado se realizaron
descripciones del fenómeno, tanto en la literatura científica (Schwartz y Hill,
1953) como en la literatura popular de carácter no científico, que incluso lo
denominó con el término científico que tiene en la actualidad (Greene, 1961).
Han sido necesarios una serie de cambios sociales, culturales y
organizacionales, en el mundo del trabajo, como se expone más adelante, para
que el fenómeno “salga del armario” y para que se le haya otorgado el
calificativo, con frecuencia desmedido, de “epidemia”.
En relación a la segunda
cuestión que con frecuencia se plantea, hay que decir que el SDP no es una
patología exclusiva de los profesionales de ayuda, o del sector servicios.
Cuando se revisa la literatura
sobre el SDP, se comprueba que la mayoría de los estudios se han realizado con
muestras de profesionales de la educación y profesionales de la salud.
Si además consideramos que
el SDP puede llegar a contagiarse (por ejemplo, mediante procesos de aprendizaje
social o por cualquier mecanismo de influencia social), con toda probabilidad
la difusión del fenómeno será mayor que entre otros colectivos con menor número
de individuos, o en los que éstos se encuentran más dispersos dentro de la
organización. No obstante, hay estudios en los que se concluye sobre la
presencia de niveles relevantes del síndrome en colectivos como mujeres
de trabajadores (Westman, Etzion y Danon, 2001), vendedores (Klein
y Verbeke, 1999), ingenieros y técnicos y deportistas.
Cualquier profesional o
trabajador con una gran vocación, que se entrega a su profesión, con altos
niveles de idealismo profesional y que desarrolla su trabajo centrado en el
trato hacia los demás puede desarrollar el SDP. Se podría afirmar que “todo
trabajador que se enciende con su trabajo puede llegar a quemarse”.
Según los estudios de
Freudenberger este síndrome sería contagioso, ya que los
trabajadores que lo padecen pueden afectar a los demás con su hastío,
desesperación y cinismo, con lo que en un corto período de tiempo la
organización, como entidad, puede caer en el desánimo generalizado.
Otros autores como Savicki,
Seidman y Zager formulan la posibilidad de que genere efectos
epidémicos.
Aspectos en los que se manifiesta el Burn Out
Psicosomáticos
-Manifestaciones mentales: sentimientos
de vacío, agotamiento, fracaso, impotencia, baja autoestima y pobre realización
personal. También es frecuente el estado de nerviosismo, inquietud, dificultad
para la concentración y una baja tolerancia a la frustración, con
comportamientos paranoides y/o agresivos hacia los alumnos y sus familias,
compañeros y la propia familia.
-Manifestaciones físicas: cefaleas,
insomnio, algias osteomusculares, alteraciones gastrointestinales, taquicardia.
Conductuales
Predominio de hábitos adictivos (tabaco,
alcohol, drogas) y también de tácticas para evitar situaciones
desagradables que suele derivar en un bajo rendimiento y como medida más
extrema en el absentismo laboral. Las conductas violentas suelen ser muy
frecuentes.
Emocionales
Distanciamiento afectivo como forma
de protección del yo, aburrimiento y actitud cínica, impaciencia e
irritabilidad, desorientación, sentimiento de impotencia, incapacidad de
concentración y sentimientos depresivos.
Clima laboral
Baja productividad laboral y
descenso en la calidad de los servicios que presta a los clientes, aumento de
interacciones hostiles, frecuentes conflictos interpersonales en el ámbito del
trabajo y dentro de la propia familia, comunicaciones deficientes.
Tipos
Gillespie diferenció dos
tipos de Burn out que surgen precisamente por la ambigüedad en la
conceptualización del síndrome: Burn out activo: Se
caracteriza por el mantenimiento de una conducta afirmativa. Se relaciona con
los factores de organización o elementos externos a la profesión y Burn
out pasivo: Predominan los sentimientos de retirada y apatía.
Tiene que ver con factores internos psicosociales.
Recordemos el síndrome tridimensional caracterizado
por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal
de Maslasch y Jackson.
- El agotamiento emocional y físico se
caracteriza por una ausencia o falta de energía, entusiasmo y un sentimiento de
escasez de recursos. A estos sentimientos pueden sumarse los de frustración y
tensión en los trabajadores que se dan cuenta que ya no tienen condiciones de
gastar más energía.
- La despersonalización o deshumanización se
caracteriza por tratar a los clientes, compañeros y la organización como
objetos. Los trabajadores pueden demostrar insensibilidad emocional, un estado
psíquico en que prevalece el cinismo o la disimulación afectiva, la crítica
exacerbada de todo su ambiente y de todos los demás.
- La disminución de la realización
personal en el trabajo que se caracteriza como una tendencia del
trabajador a autoevaluarse de forma negativa. Las personas se sienten infelices
consigo mismas, insatisfechas con su desarrollo profesional, experimentan una
declinación en el sentimiento de competencia y de éxito en su trabajo y en su
capacidad de interactuar con las personas.
Fases del Burn Out
Jerry Edelwich y Archie
Brodsky (1980) definen el burn out "como una perdida progresiva
del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de
ayuda, como resultado de las condiciones de trabajo".
Proponen cuatro fases por las cuales pasa todo
individuo con burn out:
· Etapa de idealismo y
entusiasmo. El individuo posee un alto nivel de energía
para el trabajo, expectativas poco realistas sobre él y aún no sabe lo que
puede alcanzar con éste. Hay una hipervalorización de su capacidad profesional
que le lleva a no reconocer los límites internos y externos, algo que puede
repercutir en sus tareas profesionales.
· Etapa de estancamiento. Supone una
disminución de las actividades desarrolladas cuando el individuo constata la
irrealidad de sus expectativas.
· Etapa de apatía y
frustración. Es la fase central del síndrome burn out. La
frustración de las expectativas lleva al individuo a la paralización de sus
actividades, desarrollando apatía y falta de interés. Una de las respuestas
comunes en esta fase es la tentativa de retirada de la situación frustrante.
Estos comportamientos empiezan a volverse constantes abriendo el camino para la
última etapa de burn out, la del distanciamiento.
· Etapa de distanciamiento. La persona
está crónicamente frustrada en su trabajo, ocasionando sentimientos de vacío
total que pueden manifestarse en la forma de distanciamiento emocional y de
desvalorización profesional.
Causas
El Burn out surge como
consecuencia de situaciones estresantes que provocan que el individuo esté más
predispuesto a padecerlo. El estrés suele tener carácter laboral,
primordialmente, ya que la interacción que el individuo mantiene con los
diversos condicionantes del trabajo son la clave para la aparición del burn
out.
Las actuaciones que
desencadenan la aparición de este síndrome suelen ser intensas y/o
duraderas, porque el burn out se conceptualiza como un proceso continuo que
se manifiesta de una manera paulatina y que va interiorizando el individuo
hasta provocar en éste los sentimientos propios del síndrome.
Existen determinados
factores que propician el burn out: la naturaleza de la tarea, la variable organizacional o institucional la variable interpersonal y la variable individual .
Consecuencias del Burn Out
El concepto más importante
es que el Burn-out es un proceso (más que un estado) y es progresivo (acumulación
de contacto intenso con consultantes). El proceso incluye: 1. Exposición
gradual al desgaste laboral, 2. Desgaste del idealismo y 3. Falta de logros.
Además existen una serie de efectos provocados
por éste fenómeno:
-Afecta negativamente la resistencia del
trabajador.
-Favorece la Respuesta Silenciosa (Danieli,
1984, Baranowsky 1997) que es la incapacidad para atender a las experiencias de
los consultantes, que resultan abrumadoras.
-Gradualmente el cuadro se agrava en relación
directa a la magnitud del problema.
-El sentirse usado, menoscabado o
exhausto debido a las excesivas demandas de energía, fuerza o recursos
personales.
-Estados de fatiga o frustración son el
resultado de la devoción a una causa, estilo de vida, o relación que fracasó al
intentar obtener una recompensa esperada.
- La progresiva pérdida del idealismo, de la energía y el propósito que experimentan muchos profesionales que trabajan ayudando a otras personas son el resultado de sus condiciones de trabajo.
- El síndrome de agotamiento, es el último paso en la progresión de múltiples intentos fracasados de manejar y disminuir una variedad de situaciones laborales negativas.
- La progresiva pérdida del idealismo, de la energía y el propósito que experimentan muchos profesionales que trabajan ayudando a otras personas son el resultado de sus condiciones de trabajo.
- El síndrome de agotamiento, es el último paso en la progresión de múltiples intentos fracasados de manejar y disminuir una variedad de situaciones laborales negativas.
La lista de síntomas psicológicos
que puede originar este síndrome es extensa, pudiendo ser leves,
moderados, graves o extremos.
Uno de los primeros síntomas de carácter leve pero que sirve de primer escalón de alarma es la dificultad para levantarse por la mañana o el cansancio patológico, en un nivel moderado se presenta distanciamiento, irritabilidad, cinismo, fatiga, aburrimiento, progresiva pérdida del idealismo.
Uno de los primeros síntomas de carácter leve pero que sirve de primer escalón de alarma es la dificultad para levantarse por la mañana o el cansancio patológico, en un nivel moderado se presenta distanciamiento, irritabilidad, cinismo, fatiga, aburrimiento, progresiva pérdida del idealismo.
Los graves se expresan en el abuso
de psicofármacos, absentismo, abuso de alcohol y drogas, entre otros
síntomas. Es la repetición de los factores estresantes lo que
conforma el cuadro de crónico, que genera baja de la autoestima, un estado de
frustración agobiante con melancolía y tristeza, sentimientos de impotencia,
pérdida, fracaso, estados de neurosis, en algunos caso psicosis con angustia
y/o depresión e impresión de que la vida no vale la pena, llegando en los casos
extremos a ideas francas de suicidio.
Medidas de prevención
La mayoría de los autores
(Byrne, Maslach, Huberman…) coinciden en que la prevención es un aspecto
fundamental para solucionar los efectos que produce el Burn Out.
Las medidas de prevención se pueden clasificar en
tres apartados según sea la forma de aplicación:
A) Estrategias de intervención
individuales:
Dentro del ámbito educativo existen diversos
métodos:
-Cognitivo-conductual: enseñan a
desconectar del trabajo y separan la vida personal y familiar de la laboral,
utilizando técnicas para mejorar la ejecución del trabajo intentando conseguir
la mayor efectividad en el mínimo tiempo posible.
-Orientación psicodinámica. Es una
metodología poco utilizada pero hay que destacar el trabajo de Andrianopoulos
sobre psicoeducación y asesoramiento. También, aparecen en la literatura
técnicas de tipo físico que actúan sobre los efectos fisiológicos del estrés y
del Burn out, como por ejemplo, la propuesta de Travers y Cooper de hacer
ejercicio físico, yoga, relajación y viajes.
No debemos olvidar:
B) Estrategias de intervención grupales
C) Estrategias de intervención organizacionales
¿Se puede tratar?
La principal dificultad para
el tratamiento es la resistencia de los médicos para admitir ellos mismos
problemas emocionales y adoptar el rol del paciente (peores pacientes).
Actualmente se considera una
enfermedad profesional. Es responsabilidad compartida, individual, colegial e
institucional, la tarea de mejorar las condiciones de trabajo del personal
sanitario para realizar la tare clínica a un nivel óptimo de calidad y de
eficiencia. Existe un proyecto programa de ayuda al médico enfermo, canalizado
a través de los colegios de médicos.
Los dos métodos terapéuticos más eficaces que se conocen son, las
técnicas cognitivas conductuales y la psicoterapia. Ambas, por su complejidad,
precisan del Psiquiatra y psicólogo.
Tratamiento
No existe ningún tratamiento
específico para el síndrome de “burn out”, ni tampoco una estrategia simple de
prevención. Las terapias que se utilizan van encaminadas a restablecer la salud
psicológica del afectado y recuperar el rendimiento laboral y se basan en el
control del estrés, el ensayo conductual y la potenciación del autocontrol. En
ocasiones, es necesario un breve período de baja laboral y en los casos más
graves hay que recurrir a los fármacos antidepresivos.
La solución más eficaz para
prevenir este síndrome pasaría por el establecimiento de cursos de formación
destinados a aumentar la competencia psicosocial, los recursos emocionales del
profesional y el fortalecimiento de la salud psicológica de los empleados.
Desde el año 2010, el Colegio
Oficial de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, toma en consideración el SDP
y pone en marcha el Programa de Prevención del Riesgo Psicosociolaboral que
engloba tres programas o subprogramas diferenciados aunque relacionados:
A) Programa de desarrollo profesional y humano
del MIR.
B) Programa de Bienestar Laboral del Médico (PROBILA)
C) Programa de intervención clínica en
estudiantes del MIR de la Academia MIR del OMC.
Para concluir, personalmente
me inclino por usar el término diagnóstico “SÍNDROME DEL DESGASTE PROFESIONAL”,
en lugar de Síndrome del quemado. En primer lugar, para evitar equívocos que
podrían dar lugar al de las secuelas psicofísicas de los damnificados por
acción del fuego o agentes químicos. Y en segundo lugar, para impedir en la
medida de lo posible, introducir en el lenguaje coloquial, términos médicos que
pueden perder su verdadero sentido etimológico vulgarizando su uso y abuso
malintencionado.
*Psiquiatra, Director del
Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la
Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
17 de marzo de 2015
La Memoria.
Psicopatología. Epítome.
Lo primero que se
olvida
es lo último que se
aprende.
Théodule-Armand Ribot
(1839-1916)
Miguel Duque Pérez-Camacho*
Introducción.
El diccionario de la Real Academia de
la Lengua española (vigésima tercera edición) define la Memoria, como facultad
psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado.
El
diccionario Terminológico de Ciencias Médicas la define, como capacidad mental
que posibilita a un sujeto registrar, conservar y evocar las experiencias (ideas,
imágenes, acontecimientos y sentimientos, etc…).
Clásicamente,
la memoria ha venido siendo definida como “el
hecho de fijar, de conservar y de rememorar las informaciones” (J.
Barbizet, cit. en Th. Lemperière, 1979).
B. Llopis
(1970) dejó escrito que en el término Memoria
pueden confundirse conceptos distintos como aprehensión, retención y reproducción,
siendo sólo actos de conciencia el primero y el tercero de esos actos. Y
afirmaba “La retención, en cambio, tiene lugar fuera de la conciencia, es un
proceso de naturaleza somática y no psíquica, pero es precisamente esa
retención (la capacidad de conservar huellas o engramas mnésicos) el fenómeno esencial
de la memoria, o sea la memoria propiamente dicha,”.
Dado, que la
Memoria ha sido pensada siempre como la más
mecánica de las funciones psíquicas,
sus trastornos han participado igualmente de esa simplificación, por ello la
mayoría de los autores han estado de acuerdo en aceptar unos trastornos por
exceso de los procesos de la memoria (HIPERMNESIAS) y otros trastornos por
defecto (HIPOMNESIAS, y en ellas, las AMNESIAS), concediendo una suerte de
apartado especial a los procesos de distorsión, invención y falseamiento de los
Recuerdos y del Reconocimiento. Distinguiremos aquí unas Alteraciones por
exceso de la memoria o Hipermnesias, la Psicopatología de las Amnesias y las
Alteraciones Cualitativas del Recuerdo (Pseudomnesias y Paramnesias).
Alteraciones por exceso de la memoria.
Se denomina HIPERMNESIA al trastorno cuantitativo de la memoria consistente en una capacidad mnémica muy superior al
grado más elevado dentro de la normalidad o en una facilidad exagerada para
recordar. Su ejemplo puede encontrarse en la riqueza asociativa mnémica hacia
el pasado de los sujetos maníacos, el Mentismo hipermnésico de Henri Ey.
Una
modalidad de funcionamiento hipermnésico lo constituye el Trastorno por Stréss
Postraumático. Entre sus criterios (DSM-IV-TR) se cuenta que el acontecimiento
psicotraumático vivido sea luego reexperimentado persistentemente de diversas
formas: como son los recuerdos (acontecimiento) recurrentes e intensos que
provocan malestar (incluyendo imágenes, pensamientos, percepciones), o como son
los sueños o pesadillas de carácter recurrente sobre el acontecimiento que
activan y mantienen la ansiedad.
Fenómenos espectaculares de Hipermnesia
han sido descritos con el nombre de MEMORIA PANORÁMICA en personas que han
vivido situaciones límite, moribundos o condenados a muerte que han llegado a
relatar su experiencia. En ciertas formas de epilepsia: se trata de una brusca actualización de todo el caudal
mnésico en forma de una visión panorámica del pretérito de la persona.
La Imagen eidética es capaz de
reproducir la visualización exacta de escenas ya vistas.
Ciertos Débiles mentales ligeros,
llamados “Sabios de salón”, muestran unas extraordinarias dotes hipermnésicas selectivas relacionadas con números, nombres y
cálculos elementales; aquí se incluyen muchos de los que aprenden la guía de
teléfonos (Alonso Fernández).
La ECMNESIA (Pitres), tenida por una
verdadera hipermnesia alucinatoria, es descrita como
un tomar el pasado por presente, como la experiencia actual de una escena
pasada (H.Ey, Delay, Pichot).
Psicopatología
de las amnesias.
El
trastorno opuesto a la Hipermnesia sería la HIPOMNESIA: la disminución de la
actividad mnésica, el debilitamiento del caudal de recuerdos, en su caso más
extremo la pérdida de esa actividad, encontramos los trastornos por excelencia
de la memoria, su patología más cumplida: las AMNESIAS. Las Amnesias o Hipomnesias generales y las Hipomnesias
selectivas.
El estudio de las AMNESIAS retoma la
clásica separación de las funciones de la memoria: Fijación, Conservación y Evocación. Habría, pues, AMNESIAS DE
FIJACIÓN O ANTERÓGRADA a partir del estímulo patógeno (por ejemplo, el
traumatismo) no recuerda nada del accidente y de lo de después del accidente y
en la RETRÓGRADA no recuerda nada de lo de antes y del accidente. Ante ese
vacío de memoria se da un mecanismo defensivo
consistente en rellenarlo con invenciones, serían las llamadas CONFABULACIONES.
En este ámbito, la articulación de
Amnesia de Fijación, la Desorientación derivada (Alopsíquica) y las
Confabulaciones defensivas conforman el SÍNDROME AMNÉSICO o de KORSAKOFF.
Delay y Brion (1969) hablaban de una
tétrada característica del síndrome de
Korsakoff: la amnesia para los hechos
recientes, la desorientación témporo-espacial, las confabulaciones y los falsos
reconocimientos, a cuya constelación psicopatológica se añadía
“frecuentemente” un ánimo eufórico, constante con el cuadro de origen
alcohólico.
En la AMNESIA DE
CONSERVACIÓN, la imposibilidad de conservar determina la pérdida de los
recuerdos que constituían el patrimonio de la memoria, comenzando esa pérdida
por los recuerdos más inmediatos, según la ley de Ribot
La Amnesia Antero-Retrógrada (forma
mixta o global) es la que observamos en clínica con mayor frecuencia. La
imposibilidad de adquirir nuevos recuerdos se asocia a un eclipse parcial o
global de los antiguos; esta amnesia se observa esencialmente en los síndromes
demenciales.
En la AMNESIA DE EVOCACIÓN las
dificultades para evocar están en primer plano. La AFASIA AMNÉSTICA, citada
como una Amnesia de Evocación: se trata de dificultades para la evocación de
algunos conceptos como efecto de una patología cerebral. Alonso Fernández la
describe, como el modelo más importante de Amnesia de Evocación, observable
ligeramente entre epilépticos temporales y en tumores cerebrales parietales y
en la enfermedad del Alzheimer.
En la literatura quedan descritas
otras formas de Amnesias, como es el caso de la AMNESIA INVOLUTIVA, con la que
se designa el debilitamiento fisiológico de la memoria durante el
envejecimiento, afectándose primero los hechos más recientes adquiridos, según
expresa Ribot. Se observa cómo se recuerdan bien detalles concernientes a
épocas pasadas de la vida, ocurridos hace décadas, mientras se han olvidado
sucesos acaecidos en los últimos días o meses.
Una forma singular de
Amnesia, son las Amnesias Lacunares, descritas en literatura, como obedeciendo
a alteraciones dependientes de la Fijación, de la Conservación o de la
Evocación. En estas AMNESIAS LACUNARES se asiste al paso de un Estado
Crepuscular de la Conciencia del que no se recordarán los hechos acaecidos. Una
Amnesia Lacunar es, por tanto, la pérdida de los recuerdos de un período
preciso y recortado de tiempo en el que se padeció un trastorno singular de la
conciencia; lo que sucede preferentemente en epilépticos e histéricos, así como
en secuelas de agresiones cerebrales.
Delay y Pichot designan como
AMNESIAS SENSORIALES a las Agnosias, entendiendo bien que se trata de un
trastorno del Reconocimiento (el enfermo siente pero no reconoce lo que
siente). Por describirse el fenómeno agnósico como una amnesia de los símbolos
se le conocería también con el nombre de ASIMBOLIA.
Estos autores, designan como
AMNESIAS MOTORAS a ciertas Apraxias, significando “el olvido de los ademanes”.
Como DISMNESIA o AMNESIA LETOLÓGICA
(Incapacidad transitoria para recordad apellidos o nombres propios) se describe
la dificulta para la rememoración de determinados materiales en cierto momento,
mientras que más tarde esos contenidos pueden recordarse sin dificultad. Sucede
en situaciones de agotamiento, estados febriles, ansiosos, etc.
Alteraciones cualitativas del recuerdo.
Veremos en la patología del Recuerdo
dos órdenes de trastornos, distinguidos los unos por el carácter fabulado de los recuerdos mismos
(Invenciones de Recuerdos) y los otros por las distorsiones y falseamientos que
pueden sufrir en su simple evocación o el proceso que los insume a través del
Reconocimiento (Falseamientos de Recuerdos y del Reconocimiento).
I.
Invenciones de Recuerdos
El
denominador común de esta patología podría describirse con el enunciado de
K.Schneider: “Aquí, puras fantasías
alcanzan el carácter de recuerdos”, lo que quiso calificar con el apelativo
Pseudomnesias.
El trastorno de más entidad aquí es
la CONFABULACIÓN, una invención que viene a rellenar vacíos de memoria. Karl Jaspers
llamaba Confabulaciones a “todos los recuerdos engañosos alternantes, no
sostenidos o sostenidos sólo brevemente”.
Kraepelin (1856-1926) se refería a
las Confabulaciones en estos términos: “Estos relatos no guardan uniformidad
alguna, cambian con frecuencia, brotando uno nuevo e independiente cuando
apenas ha acabado el último.. A las pocas horas de conservación ya no recuerda
los asuntos de su conversación anterior.
Delay y Pichot distinguen FABULACIÓN
de CONFABULACIÓN: Fabulación serían las producciones imaginarias más o menos
ricas que son tomadas como recuerdos, y Confabulaciones (Pick, 1859-1942) una
variedad especial de Fabulación de los Amnésicos.
Denominamos aquí RECUERDOS
DELIRANTES, siguiendo a Weitbrecht, al trabajo interpretativo de carácter
delirante sobre materiales del pasado, los recuerdos no quedan sólo
interpretados o incluidos en una trabazón delirante, sino también deformado y,
en lo que importa aquí, inventados.
Alonso Fernández cita como fenómenos básicos las “Percepciones delirantes mnésticas” (una percepción pretérita, esto
es, un recuerdo es actualizado con un nuevo significado) y las “Inspiraciones mnésticas” (una corazonada
delirante que se sitúa en el pasado, como vivida entonces).
En las ALUCINACIONES DEL RECUERDO
Jaspers caracterizó esos recuerdos alucinados con la sensación del sujeto de
recordar algo olvidado.
Dentro de las Invenciones del
Recuerdo (Pseudomnesias, de K. Schneider) describimos, a modo de puente con el
apartado siguiente (Falseamientos de Recuerdos) las llamadas MENTIRAS PATOLÓGICAS
(“relatos de la fantasía sobre el pasado son creídos al fin realmente por el inventor”,
Jaspers) o su modalidad más psicopatológica, la PSEUDOLOGÍA FANTÁSTICA, en la
que se “urden invenciones muy complicadas y fantásticas para conquistar la
estimación de los demás” (Alonso Fernández).
II.
Falseamientos de Recuerdos y del
Reconocimiento.
Esta
patología podría describirse como “la producción de recuerdos falseados”, lo
que Vallejo Nágera llamara Paramnesias
y que a la par compromete directamente la función de la memoria que llamamos Reconocimiento.
En el ámbito de las Alteraciones
Cualitativas del Recuerdo deben ubicarse las que denominamos DISTORSIONES
SELECTIVAS, que Kurt Schneider llamó también ALOMNESIAS. Se citan aquí las
Hipomnesias Selectivas o Alomnesias histéricas,
o las de los sujetos depresivos y maníacos, con el borrado de materiales
mnésicos al dictado de sus estados de ánimo singulares.
En este campo se han denominado
REMINISCENCIAS las evocaciones de recuerdos que no resultan reconocidos, pareciendo
tales ideas originales y personales. Se trata del falseamiento de un material evocado, no es un objeto presente como
en la Ilusión de lo Nunca Visto “Jamais Vú”.
Tal falseamiento del reconocimiento
de materiales evocados era designado antiguamente como Criptomnesias. Bleuler designa con el nombre de CRIPTOMNESIA
(memoria oculta), en virtud del cual los recuerdos pierden su calidad de tales
y aparecen al paciente como hechos nuevos. Los sujetos normales se encuentran a
veces incapacitados para distinguir si una determinada idea es original de
ellos o lo han tomado de otro.
ILUSIÓN MNÉMICA es la rememoración
parcialmente concreta de una imagen, a la que se agregan accidentes falsos o se
sustituye por otra más o menos homóloga.
ILUSIÓN DE LO YA VISTO (Déjà Vu) es un fenómeno común a muchas
personas sin significación anormal; otras veces dependiente de una patología
cerebral. Designa el contacto con objetos o situaciones vividas como acaecidas
antes y conocidas. En la psicopatología francesa fue denominado fenónomeno del Déjà vu, una certidumbre
errónea de haber vivido en su integridad la situación presente. El fenómeno de
signo contrario sería la ILUSIÓN DE LO NUNCA VISTO, es la Ilusión del jamais vu.
Otras Paramnesias son Déjà pensé
(pensado), Déjà entendu (oído) y el Palimpsesto
Como una modalidad de Falso
Reconocimiento describió Pick, bajo el nombre de PARAMNESIA REDUPLICADORA, la
duplicación en la memoria del enfermo de una misma serie de acontecimientos,
creyéndose realmente como si fuera doble.
Termino este resumen con los FALSOS
RECONOCIMIENTOS que se han llamado los errores del reconocimiento consecutivos
al falseamiento de los recuerdos. Debiendo designarse como CONFUSIÓN DE
PERSONAS cuando el sujeto equivoca una y otra vez a personas de su entorno más
cercano incluso. Otros autores la citan en la patología de la conciencia formando parte de los estados Confusionales,
mientras otros la describen de preferencia como un producto delirante.
Cuando el trastorno de la memoria es el que subyace a estos Falsos
Reconocimientos o Confusión de Personas el fenómeno tendría las características
de las Confabulaciones: “Los Falsos Reconocimientos son vividos por el enfermo
con escasa convicción y abandonados bastante rápidamente, a diferencia de lo
que sucede en los Falsos Reconocimientos delirantes”. Entre estos últimos se
hallarían las creencias delirantes en “”dobles”, tal como en la Ilusión de
Sosias o Síndrome de Capgras.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
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