ICAPSI ®
INSTITUTO CANARIO DE PSIQUIATRIA
17 de diciembre de 2018
11 de diciembre de 2017
25 de septiembre de 2017
TRASTORNO
ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD
Epítome
“El que no puede dar nada, tampoco puede sentir nada”
Friedrich
Nietzsche.
Miguel Duque Pérez Camacho *
El Diccionario Terminológico de
Ciencias Médicas define el término antisocial como el psicópata o la conducta
con tendencias contrarias al orden social.
El Trastorno Antisocial de la Personalidad,
según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-V, pertenece
al grupo B de los Trastornos de la Personalidad junto al Trastorno Límite,
Narcisista e Histriónico, los cuales han sido explicados en anteriores
artículos.
Introducción
Para los autores Harold I. Kaplan y
Benjamin J. Sadock, este trastorno se caracteriza por los continuos actos
criminales o antisociales, pero no es un sinónimo de criminalidad. Más que
esto, el trastorno supone una incapacidad para adaptarse a las normas sociales que
implican muchos aspectos del desarrollo de los pacientes.
Se estima que la prevalencia de este
trastorno entre los hombres es del 3% y entre las mujeres del 1%. Es el más
común en las áreas urbanas deprimidas y entre la población flotante de estas
zonas. Los chicos con este trastorno provienen de familias más numerosas que
las chicas que sufren el mismo problema. El inicio suele darse antes de los
quince años. Las chicas acostumbran a presentar los primeros síntomas antes de
la pubertad, y los chicos incluso antes. En la cárcel, la prevalencia de dicho
trastorno puede ser de hasta 75 %.
Una vez se desarrolla un Trastorno
Antisocial de la Personalidad, evoluciona siguiendo un curso sin remisiones con
un pico de conducta antisocial al final de adolescencia. El pronóstico es
variable. Algunos informes indican que los síntomas disminuyen a medida que los
pacientes se hacen mayores. Muchos pacientes presentan un trastorno por
somatización y múltiples quejas físicas. Los trastornos depresivos y los
trastornos por abuso de alcohol y otras sustancias, frecuentemente suelen ir emparejados.
Diagnóstico
Los pacientes con este trastorno,
durante la entrevista, pueden parecer sosegados y creíbles, sin embargo detrás
de este revestimiento se esconde tensión, hostilidad, irritabilidad e ira. Para
realizar el diagnóstico es necesario realizar una exploración neurológica, ya
que con frecuencia presentan anormalidades en el EEG y signos neurológicos
leves que sugieren una lesión cerebral mínima.
El Manual Diagnóstico y Estadístico
de los Trastornos Mentales, DSM-V, establece los siguientes criterios para el
diagnóstico del Trastorno de la Conducta Antisocial:
A.
Un
patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se
presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los
siguientes ítems: 1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que
respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente
actos que son motivo de detención, 2) deshonestidad, indicada por mentir
repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener beneficio
personal o por placer, 3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro,
4) irritabilidad y agresividad , indicados por peleas físicas repetidas o
agresiones, 5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás,
6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un
trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas, 7) falta
de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber
dañado, maltratado o robado a otros.
B.
El
sujeto tiene al menos 18 años.
C.
Existen
pruebas de un trastorno de conducta que comienza antes de la edad de 15 años.
D.
El
comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia o un episodio maníaco.
Los pacientes con un Trastorno
Antisocial de la Personalidad suelen parecer personas normales, incluso muy
agradables. Sin embargo, sus historias revelan muchas áreas disfuncionales,
tales como la mentira, la delincuencia, las escapadas del hogar, los robos, las
peleas, el abuso de sustancias y las actividades ilegales, son experiencias que
el paciente inicia en su niñez. Con frecuencia suelen impresionar a los
especialistas del otro sexo con aspectos seductores y ricos de su personalidad,
sin embargo los especialistas del mismo sexo pueden referirse a ellos como
personas manipulativas y exigentes. Estos pacientes carecen de sentimientos de
ansiedad o depresión, hecho que puede parecer incongruente con su situación, al
igual que las explicaciones que suelen dar de sus propias conductas
antisociales es que éstas son insignificantes. Las amenazas de suicidio y las
quejas somáticas pueden ser frecuentes. Su contenido mental revela una completa
ausencia de delirios y otros signos de pensamiento irracional.
El término “embaucadores” representa
muy bien a este tipo de pacientes. Son muy manipulativos y frecuentemente son
capaces de involucrar a los demás en formas fáciles para obtener dinero,
conseguir fama o notoriedad, lo que finalmente lleva a esas personas a la ruina
financiera o al rechazo social, o ambas cosas. Se caracterizan por no decir la
verdad, por lo que los demás no puedan fiarse de ellos. La promiscuidad, los
abusos al cónyuge, el abuso de niños y el conducir ebrio son actividades
frecuentes en la vida de estos sujetos. Un
factor a destacar es que al carecer de remordimiento sobre sus acciones, parece
que carecen de conciencia.
Diagnóstico diferencial
El Trastorno Antisocial de la Personalidad
puede distinguirse de la conducta ilegal, en el que el trastorno implica muchas
áreas de la vida del sujeto.
La psiquiatra Dorothy Otnow Lewis, especializada en el estudio de individuos violentos y
personas con trastorno de identidad disociativa, observó que muchas de estas
personas tenían un trastorno mental o neurológico
que, o bien no se diagnosticaba, o bien se pasaba por alto.
Resulta más difícil
diferenciar el Trastorno Antisocial de la Personalidad del abuso de las
sustancias. Cuando ambos trastornos se inician en la niñez y continúan
manifestándose en la vida adulta, deberían diagnosticarse los dos. Sin embargo,
cuando la conducta antisocial es claramente secundaria al abuso premórbido de
alcohol u otras sustancias, el diagnóstico de Trastorno Antisocial de la
Personalidad no está justificado.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
Con la
colaboración de la psicóloga Paula María Gómez Hidalgo, adjunta a la Dirección
del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI).
27 de marzo de 2017
TRASTORNO
PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD
Epítome
Es más
fácil variar el cauce de un río que cambiar el carácter de un hombre.
Proverbio chino.
Miguel
Duque Pérez Camacho *
Los trastornos de la personalidad se agrupan en
tres grupos en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales, DSM-V. El grupo A comprende los trastornos de la
personalidad paranoide, esquizoide y esquizotípico; las personas con este
trastorno suelen ser consideradas como raras o excéntricas. El grupo B incluye
los trastornos de la personalidad antisocial, borderline, histriónica y
narcisista. Y por último, el grupo C está formado por los trastornos de la
personalidad por evitación, por dependencia y el obsesivo-compulsivo.
Introducción
Para los autores Harold
I. Kaplan y Benjamin J. Sadock, las personas que padecen el trastorno paranoide de la personalidad se caracterizan por tener una enorme
suspicacia y desconfianza de la gente en
general. Al rechazar la responsabilidad de sus propios sentimientos, delegan
esa responsabilidad en los demás.
Suelen ser hostiles, irritables y coléricos. A
menudo presentan trastornos paranoides de la personalidad, el fanático, el coleccionista
de injusticias, el cónyuge patológicamente celoso (celotipia) y el litigante
crónico.
Las personas que
sufren este trastorno raramente buscan tratamiento. Se da más frecuentemente entre
los hombres que entre las mujeres y no parece tener un patrón familiar.
Diagnóstico
Al realizar el
examen psiquiátrico, los pacientes con
un trastorno paranoide de la personalidad pueden parecer solemnes y mostrarse desconcertados
por estar en una consulta psiquiátrica. Los aspectos que se observan con facilidad
son la tensión muscular, la incapacidad para relajarse y la constante necesidad
de evaluar el entorno. Suelen ser serios y sin sentido del humor. Su discurso
es lógico y está bien dirigido, pero algunas de las premisas de sus argumentos
pueden ser falsas. El contenido del pensamiento muestra evidencias de
proyección, prejuicio e ideas ocasionales de referencia.
Según el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-V, los criterios para
el diagnóstico del trastorno paranoide de la personalidad son:
A.
Desconfianza y suspicacia general desde el inicio de la edad adulta,
de forma que las intenciones de los demás son interpretadas como maliciosas,
que aparecen en diversos contextos, como lo indican cuatro (o más) de los
siguientes puntos: 1) sospecha, sin
base suficiente, que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer
daño o les van a engañar, 2) preocupación
por dudad no justificadas acerca de la lealtad o la fidelidad de amigos o
socios,3) reticencia a confiar en
los demás por temor injustificado a que la información que comparta vaya a ser
utilizada en su contra,4) en las
observaciones o los hechos más inocentes vislumbra significados ocultos que son
degradantes o amenazadores,5) alberga
rencores durante mucho tiempo, por ejemplo, no olvida los insultos, injurias o
desprecios,6) percibe ataques a su
persona o a su reputación que no son aparentes para los demás y está
predispuesto a reaccionar con ira o a contraatacar,7) sospecha repetida e injustificadamente que su cónyuge o su
pareja le es infiel.
B.
Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de
una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u
otro trastorno psicótico y no son debidas a los efectos fisiológicos directos
de una enfermedad médica.
El síntoma esencial
de estos pacientes es la tendencia exagerada, que se inicia en la edad adulta y
está presente en diferentes contextos, a interpretar las acciones de los demás
como deliberadamente amenazantes o insultantes. Con frecuencia, cuestionan sin
ninguna justificación la lealtad o
sinceridad de amigos o colaboradores. A menudo, son patológicamente celosas, llegando a poner en
duda sin razón la fidelidad de sus cónyuges
o parejas.
Los pacientes
externalizan sus propias emociones, es decir, atribuyen a los demás los
impulsos y pensamientos que son incapaces de aceptar en ellos mismos, también
son muy comunes las ideas de referencia y las ilusiones defendidas de un modo
lógico. Parecen no tener emociones, ya que tienen un afecto restringido.
Carecen de calidez, estén muy impresionados por las cuestiones de rango y poder
y expresan desdén por aquellas personas
que consideran débiles, enfermas o con defectos de algún tipo. En situaciones sociales pueden parecer
personas muy efectivas, pero suelen generar conflictos con los demás e
inspirarles miedo.
El trastorno
paranoide de la personalidad debe diferenciarse del trastorno delirante, ya que
no existen delirios de ningún tipo. También debe distinguirse de la
esquizofrenia paranoide, debido a que no aparecen trastornos formales del
pensamiento ni ningún tipo de alucinación.
TRASTORNO
ESQUIZOIDE DE LA PERSONALIDAD. Epítome.
Miguel
Duque Pérez Camacho *
Según
el diccionario Terminológico de las Ciencias Médicas, Bleuer describe el
término esquizoide como el tipo de personalidad caracterizado por la inhibición,
el replegamiento en sí mismo, la dificultad de contacto con los demás y una
afectividad inadecuada que oscila entre la frialdad y los accesos agresivos.
Harold
I. Kaplan y Benjamin J. Sadock afirman que este trastorno se
diagnostica en pacientes que presentan un patrón de aislamiento social toda la
vida. Los rasgos más notorios son su malestar en la interacción humana, su
introversión y su afecto constreñido. Suelen ser vistos por los demás como
personas excéntricas, aisladas o solitarias.
Diagnóstico
En el examen psiquiátrico inicial, los
pacientes con un trastorno esquizoide de la personalidad pueden parecer
enfermos. Raramente toleran el contacto visual. El entrevistador puede suponer
que estos pacientes están esperando que la entrevista concluya de una vez. Pero
detrás de este distanciamiento, el especialista puede detectar un intenso
miedo. Carecen de espontaneidad y su discurso es correcto y está bien dirigido.
En ocasiones, pueden utilizar un lenguaje especial como extrañas metáforas. Su
contenido mental puede revelar una sensación injustificada de intimidad con
personas que no conocen demasiado bien o que no han visto desde hace mucho
tiempo. El sensorio de estos pacientes está intacto; su memoria funciona
perfectamente y sus interpretaciones suele ser abstractas.
Para el DSM-V, los
criterios diagnósticos del trastorno esquizoide de la personalidad son:
A.
Un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y de
restricción de la expresión emocional en el plano interpersonal, que comienza
al principio de la edad adulta y se da en diversos contextos, como lo indican
cuatro (o más) de los siguientes puntos: 1)
ni desea ni disfruta de las relaciones personales, incluido el formar parte de
una familia, 2) escoge casi siempre
actividades solitarias, 3) tiene
escaso o ningún interés en tener experiencias sexuales con otra persona, 4) disfruta con pocas o ninguna
actividad, 5) no tiene amigos
íntimos o personas de confianza, aparte de los
familiares de primer grado, 6)
se muestra indiferente a los halagos o las críticas de los demás, 7) muestra frialdad emocional,
distanciamiento o aplanamiento de la afectividad.
B.
Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de
una esquizofrenia, un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos u
otro trastorno psicótico y no son debidas a los efectos fisiológicos directos
de una enfermedad médica.
Las personas con un trastorno esquizoide de la personalidad dan la impresión de ser frías y distantes y se muestran reservados. Parecen silenciosos, insociables y retraídos.
Las personas con un trastorno esquizoide de la personalidad dan la impresión de ser frías y distantes y se muestran reservados. Parecen silenciosos, insociables y retraídos.
Son capaces de vivir sin una necesidad
especial de mantener lazos emocionales con los demás. Son los últimos en darse
cuenta de los cambios en la moda popular. Suelen tener éxito en los trabajos
solitarios y no competitivos que otras personas encuentran difíciles de
tolerar.
Sus vidas sexuales
pueden existir únicamente en sus fantasías, llegando a posponer su madurez
sexual de una forma indefinida. Los hombres permanece solteros porque son
incapaces de conseguir intimidad; las mujeres acceden al matrimonio de una
forma pasiva con un hombre dominante que desea este matrimonio. Normalmente,
estos pacientes muestran una incapacidad de toda la vida para expresar la ira
de una forma directa.
Aunque parecen estar centrados en sí mismos y
en sus ensoñaciones, no han perdido la capacidad de reconocer la realidad. La
mayoría de sus miedos, reales o imaginarios, se resuelven mediante la
omnipotencia o la resignación fantaseadas. Con frecuencia suelen ser vistos
como individuos solitarios: aun así en algunas ocasiones son capaces de
concebir, desarrollar y ofrecer al mundo ideas originales y creativas.
En cuanto al
diagnóstico diferencial, los pacientes con un trastorno esquizoide no tienen
parientes esquizofrénicos. Los pacientes esquizofrénicos se diferencian de los
pacientes esquizoides en que presentan trastornos del pensamiento, como
delirios. Aunque comparten algunos rasgos con los pacientes esquizoides, los
pacientes con un trastorno paranoide muestran una mayor implicación social, una
historia de agresividad verbal y una mayor tendencia a proyectar sus
sentimientos sobre los demás. Aunque también son personas emocionalmente
contenidas, los pacientes que sufren un trastorno obsesivo-compulsivo de la
personalidad o un trastorno por evitación, experimentan la soledad como algo
desagradable, poseen una historia de relaciones objetales pasadas más rica y no
se cierran tanto en sus propias ensoñaciones. Teóricamente la principal
diferencia entre una personalidad esquizoide y una personalidad esquizotípica,
es que el paciente esquizotípico tiene más similitudes con el paciente
esquizofrénico en cuanto a las percepciones extrañas, pensamiento, conducta y
comunicación.
TRASTORNO
ESQUIZOTÍPICO DE LA PERSONALIDAD. Epítome.
Miguel
Duque Pérez Camacho *
Según Harold
I. Kaplan y Benjamin J. Sadock, las personas que presentan un trastorno esquizotípico de la
personalidad son marcadamente extravagantes y raras, incluso para las personas
de la calle. El pensamiento mágico, las ideas peculiares, las ideas de referencia,
las ilusiones y la desrealización, son parte de su vida diaria.
Diagnóstico
El trastorno esquizotípico de la
personalidad se diagnostica en base a las peculiaridades de los pacientes
respecto al pensamiento, conducta y apariencia.
Los criterios para el
diagnóstico del trastorno esquizotípico de la personalidad, según el DSM-V son:
A)
Un patrón general de déficit sociales e interpersonales asociados a
malestar agudo y una capacidad reducida para las relaciones personales, así
como distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del
comportamiento que comienzan al principio de la edad adulta y se dan en
diversos contextos, como lo indican cinco (o más) de los siguientes puntos: 1) ideas de referencia( excluidas las
ideas delirantes de referencia), 2) creencias
raras o pensamiento mágico que influye en el comportamiento y no es consistente
con las normas subculturales ( p. ej. superstición, creer en la clarividencia,
telepatía o “sexto sentido”; en niños y
adolescentes, fantasías o preocupaciones extrañas), 3) experiencias perceptivas inhabituales, incluidas las ilusiones
corporales, 4) pensamiento y
lenguaje raros ( p.ej., vago, circunstancial, metafórico, sobreelaborado o
estereotipado ), 5) suspicacia o
ideación paranoide, 6) afectividad
inapropiada o restringida, 7) comportamiento
o apariencia rara , excéntrica o peculiar, 8)
falta de amigos, íntimos o desconfianza aparte de los familiares de primer
grado, 9) ansiedad social excesiva
que no disminuye con la familiarización y que tiende a asociarse con los
temores paranoides más que con juicios negativos sobre uno mismo
B)
Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso de
una esquizofrenia, un trastorno del
estado de ánimo con síntomas psicóticos u otro trastorno psicótico o de un
trastorno generalizado del desarrollo.
Como ocurre con los
pacientes esquizofrénicos, las personas con este trastorno son capaces de no
saber cuáles son sus propios sentimientos y, sin embargo, son
extraordinariamente sensibles para detectar los sentimientos de los demás, en
especial los afectos negativos como la ira. Pueden ser supersticiosos o afirmar
que son clarividentes. Su mundo interno se alimenta con relaciones imaginarias
muy vívidas, y miedos y fantasías infantiles. Logran creer que tienen poderes
especiales en cuanto al pensamiento y la introspección.
Su
discurso puede ser extraño o peculiar, y con frecuencia sólo tiene significado
para ellos. Muestran unas relaciones interpersonales pobres y son capaces de actuar
de una manera inapropiada, por lo que están aislados y tienen pocos amigos o
ninguno.
Pueden
presentar síntomas propios del trastorno borderline de la personalidad y además
pueden hacerse en algunos casos ambos diagnósticos. Bajo situaciones de estrés,
se pueden descompensar y presentar síntomas psicóticos de corta duración.
Las
personas con este trastorno se diferencian de las personas esquizoides y de los
pacientes con un trastorno de la personalidad por evitación, por la presencia
de rarezas en su conducta, pensamiento, percepción y comunicación, y quizás por
una clara historia familiar de esquizofrenia. Los pacientes con un trastorno
esquizotípico de la personalidad se distinguen de los pacientes esquizofrénicos
por la ausencia de psicosis. Si aparecen síntomas psicóticos, son breves y
fragmentados. Algunos pacientes cumplen criterios tanto para el trastorno
esquizotípico como para el trastorno borderline de la personalidad. El paciente
con un trastorno paranoide se caracteriza por la suspicacia pero no presenta
esta cualidad extraña en su conducta, tan característica de los pacientes
esquizotípicos.
Existen
estudios retrospectivos que demuestran que muchos pacientes que se creía que
sufrían esquizofrenia, en realidad sufrían un trastorno esquizotípico, por lo
que la tendencia actual es pensar que la esquizotipia es la personalidad
premórbida del paciente esquizofrénico. No obstante, muchos pacientes mantienen
una personalidad esquizotípica estable a lo largo de sus vidas, y se casan y
trabajan a pesar de sus excentricidades.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
Con la colaboración de la
Psicóloga Paula María Gómez Hidalgo, adjunta a la Dirección del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI).
12 de diciembre de 2016
17 de octubre de 2016
TRASTORNO HISTRIÓNICO DE LA PERSONALIDAD. Epítome
Miguel Duque Pérez Camacho *
Para los vanidosos todos los demás hombres son
admiradores.
Antoine De Saint- Exupéry, “El Principito”.
Introducción
Según
el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (Vigesimotercera
edición), histrión es aquella persona que se expresa con afectación o
exageración propia de un actor teatral.
El
diccionario Terminológico de las Ciencias Médicas define el histrionismo como
la adopción morbosa o histérica de gestos exagerados; dramatismo.
Citando
a Harold I. Kaplan y Benjamin J. Sadock, el trastorno histriónico de la
personalidad se caracteriza por una conducta colorista, exagerada y
extrovertida en personas extraordinariamente excitables y emotivas. Se
diagnostica con más frecuencia en mujeres que en hombres. Con la edad, los
pacientes con un trastorno histriónico tienden a presentar menos síntomas,
pero, debido a que carecen de la misma energía que tenían cuando eran más
jóvenes. Estos pacientes son buscadores de sensaciones, lo que les puede llevar
a tener problemas con la ley, abusar de sustancias, o actuar de forma
promiscua.
Diagnóstico
Durante
la entrevista clínica, los pacientes con dicho trastorno suelen ser muy
cooperativos y proporcionan historias llenas de detalles. Es muy común que en
sus conversaciones estén presentes la gesticulación y vocalización exageradas,
pueden hacer
diferentes gestos con la lengua, y su lenguaje es muy florido. Existe una gran
evidencia del componente afectivo, pero al preguntarles sobre ciertos
sentimientos, como pueden ser la ira, la tristeza o los deseos sexuales, pueden
responder con sorpresa, indignación o negativas. A nivel cognitivo, los
resultados suelen ser normales, aunque se observa una falta de perseverancia en
las cuestiones aritméticas o tareas que requieren concentración, al igual que,
suelen presentar facilidad para olvidar el material con una fuerte carga
emocional.
El
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-V define al trastorno histriónico
de la personalidad como un patrón general de excesiva emotividad y una búsqueda
de atención, que empiezan al principio de la edad adulta y que se dan en
diversos contextos, como lo indican cinco o más de los siguientes criterios
diagnósticos: 1) no se siente cómodo
en las situaciones en la que no es el centro de la atención, 2) la interacción con los demás suele
estar caracterizada por un comportamiento sexualmente seductor o provocador, 3) muestra una expresión emocional
superficial y rápidamente cambiante, 4)
utiliza permanentemente el aspecto físico para llamar la atención sobre sí
mismo, 5) tiene una forma de hablar
excesivamente subjetiva y carente de matices, 6) muestra autodramatización, teatralidad y exagerada expresión
emocional, 7) es sugestionable, por
ejemplo, fácilmente influenciable por los demás o por las circunstancias, y 8) considera sus relaciones más intimas
de lo que son en realidad.
Los
pacientes con trastorno histriónico de la personalidad muestran una conducta
que constantemente busca la atención en los demás. Tienden a exagerar sus
pensamientos y sentimientos, haciendo que todo parezca mucho más importante de
lo que en realidad es. Si no son el centro de atención o no reciben aprecio o
aprobación, pueden tener rabietas, lloros y hacer acusaciones. Son poco
tolerantes a la frustración, la dilación y el desengaño.
Es
muy común la conducta seductora tanto en hombres como mujeres. Suelen tener
fantasías sexuales sobre personas con las que tienen algún tipo de relación,
sin embargo a la hora de verbalizar dichas fantasías muestran inconsistencia y
timidez, siendo proclives al flirteo, más que a ser sexualmente agresivos. De
hecho, pueden presentar disfunciones sexuales, anorgasmia en el caso de las
mujeres e impotencia en el de los
hombres. Su ilimitada necesidad de confirmación y aprobación hace que sus
relaciones interpersonales sean superficiales y los convierte en personas
vanidosas, egocéntricas y volubles. La represión y la disociación son las
principales defensas de estos pacientes, por las que tienen muy poca conciencia
de sus verdaderos sentimientos e incapacidad para explicar sus motivaciones.
Respecto al diagnóstico diferencial, el
trastorno por somatización (síndrome de Briquet) puede aparecer de manera
paralela al trastorno histriónico de la personalidad, al igual que los
pacientes con un trastorno psicótico breve y trastornos disociativos pueden
sufrir también un trastorno histriónico de la personalidad.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
Con la
colaboración de la Psicóloga Paula María Gómez Hidalgo, adjunta a la Dirección
del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI).
TRASTORNO NARCISISTA DE LA PERSONALIDAD. Epítome
Miguel Duque Pérez Camacho *
“Yo” y “mi”
dialogan con demasiada asiduidad.
Fredrich NIetzshe
Introducción
Haciendo
alusión al personaje mitológico de Narciso,
el diccionario de la Real Academia de la Lengua española (Vigesimotercera
edición) define al narcisista como aquella persona que cuida demasiado de su
arreglo personal, o se precia de atractivo, como enamorado de sí mismo.
El
narcisismo es definido por el diccionario Terminológico de las Ciencias Médicas
como el amor a la imagen de sí mismo. Puede incluir o no excitación sexual
producida por la admiración y contemplación del propio cuerpo.
Las
personas que presentan el trastorno narcisista de la personalidad se
caracterizan por una gran sensación de auto-importancia y sentimientos de grandiosidad
que les hacen creer que son personas especiales. Existe un riesgo más elevado
de desarrollar este trastorno entre los hijos de padres que les inculcan un
sentido de omnipotencia, grandiosidad, belleza y talento poco realistas.
Este
trastorno es crónico y difícil de tratar. Los pacientes que lo sufren toleran
muy mal el envejecimiento, ya que valoran y se aferran de una forma inapropiada
a los atributos de la belleza, la fuerza y la juventud.
Diagnóstico
Los
narcisistas se consideran personas especiales, por lo que esperan que se les
trate como tales. Poseen poca tolerancia ante las críticas, pueden encolerizarse
si alguien les critica ya que tienen necesidad de aprobación o bien mostrar
total indiferencia. Son con frecuencia ambiciosos y desean la fama y la fortuna,
y su sensación de creerse autorizados para casi todo resulta muy sorprendente.
Se niegan a seguir las normas de conducta
convencionales, lo que provoca que las personas de su entorno enfurezcan. Por
lo general sus relaciones interpersonales son frágiles. Son incapaces de
mostrar compresión, cuando lo hacen es únicamente para conseguir lo que desean.
Estos
pacientes tienen una autoestima muy frágil y tienden a la depresión y son
capaces de provocar situaciones tales como el rechazo, la pérdida, las
dificultades interpersonales y los problemas
laborales.
Según
el DSM-V, ya citado anteriormente, el trastorno narcisista de la personalidad
es un patrón general de grandiosidad (en la imaginación o en el comportamiento), una necesidad de
admiración y una falta de empatía, que empiezan al principio de la edad adulta
y que se dan en diversos contextos como lo indican cinco o más de los
siguientes ítems: 1) tiene un
grandioso sentido de autoimportancia (p.ej., exagerar los logros y capacidades,
esperar ser reconocido como superior, sin unos logros proporcionados), 2) está preocupado por fantasías de
éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginarios, 3) cree que es “especial” y único que
sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras personas (o
instituciones) que son especiales y de alto status, 4) exige una admiración excesiva, 5) es muy pretencioso, por ejemplo, expectativas irrazonables de
recibir un trato de favor especial o de que se cumpla automáticamente sus
expectativas, 6) es
interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para
alcanzar sus propias metas, 7)
carece de empatía: es reacio reconocer o identificarse con los
sentimientos y necesidades de los demás, 8)
frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás le envidian a él y 9) presenta comportamientos o actitudes
arrogantes o soberbios.
Con
el trastorno narcisista de la personalidad suelen presentarse otros trastornos
como el boderline, histriónico y antisocial de la personalidad, por lo que el
diagnóstico diferencial es a veces muy difícil. Los pacientes con trastorno
narcisista, con respecto a los pacientes borderline, experimentan menos
ansiedad e intentos de suicidio. Los pacientes con trastorno antisocial de la
personalidad presentan conductas impulsivas, a menudo asociadas al abuso de
alcohol u otras sustancias, lo cual a veces deriva en problemas con la
ley. Y por último, los pacientes
histriónicos comparten con los narcisistas el exhibicionismo y manipulación
interpersonal.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
Con la
colaboración de la Psicóloga Paula María Gómez Hidalgo, adjunta a la Dirección
del Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI).
15 de marzo de 2016
TRASTORNO LÍMITE DE PERSONALIDAD O TRASTORNO BORDERLINE
Las cosas siempre son
distintas de cómo imaginábamos.
Christopher Fry
Miguel Duque Pérez-Camacho*
Según el
DSM-IV-TR (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), la
característica esencial del trastorno límite de la personalidad es un patrón
general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la auto-imagen y la
afectividad, y una notable impulsividad que comienza al principio de la edad
adulta (adolescencia) y se da en diversos contextos.
Según
Harold Kaplan y Benjamin Sadock, los pacientes con trastorno límite de la
personalidad se encuentran en el límite entre la neurosis y la psicosis, y se
caracterizan por extraordinaria inestabilidad afectiva, del estado de ánimo, del
comportamiento, de las relaciones objetales y la autoestima. El trastorno
también se ha llamado esquizofrenia ambulatoria, personalidad como si (término
acuñado por Helen Deutsch), esquizofrenia pseudoneurótica (descrita por Paul
Hoch y Phollop Politan) y trastorno psicótico del carácter (descrito por John
Frosch). La CIE-10 emplea la denominación trastorno de la personalidad
emocionalmente inestable.
Los
individuos con trastorno límite de la personalidad siempre parecen estar en
estado de crisis. Son frecuentes las fluctuaciones anímicas. Pueden discutir en
un momento, deprimirse después y, más tarde, quejarse de no tener sentimientos.
Pueden sufrir episodios psicóticos breves (llamados microepisodios psicóticos)
en lugar de brotes psicóticos floridos, y los síntomas psicóticos casi siempre
son limitados, fugaces o dudosos. Su comportamiento es sumamente impredecible y
sus logros rara vez corresponden con sus capacidades. El sesgo doloroso de sus
vidas se refleja en repartidos actos autodestructivos. Estos pacientes se
pueden cortar las venas y automutilarse de otros modos para obtener ayuda,
expresar ira o insensibilizarse ante el afecto abrumador.
Los sujetos
con este trastorno pueden llegar a realizar frenéticos esfuerzos para evitar un
abandono real o imaginario. Son muy sensibles a las circunstancias ambientales.
La percepción de una inminente separación, rechazo o la pérdida de la
estructura externa, pueden ocasionar cambios profundos en la auto-imagen,
afectividad, cognición y comportamiento.
Presentan
cambios bruscos y dramáticos de la auto-imagen, caracterizados por cambios de
objetivos, valores y aspiraciones personales o profesionales. Se aburren con
facilidad y están buscando siempre algo que hacer.
El estado
de ánimo básico de tipo disfórico (humor displacentero) de los sujetos con un
trastorno límite de la personalidad, suele ser interrumpido por períodos de
ira, angustia o desesperación y son raras las ocasiones en las que un estado de
bienestar o satisfacción llega a tomar el relevo.
La mayoría
de las personas con trastorno límite de la personalidad lo pasan muy mal cuando
están solos, incluso por periodos muy cortos de tiempo.
Como
se sienten dependientes y hostiles a la vez, las personas con este trastorno
tienen relaciones interpersonales tumultuosas. Dependen de quienes tienen cerca
y cuando se sienten frustrados expresan enorme ira hacia sus amigos íntimos. No
pueden tolerar estar solos y prefieren buscar frenéticamente compañía, no
importa cuán insatisfactoria sea. Para mitigar la soledad, aunque sólo sea por
periodos breves, aceptan como amigo a un extraño o tienen conductas promiscuas.
A menudo, refieren sentimientos crónicos de vacuidad y aburrimiento, y falta de
un sentido integrado de identidad (difusión de integridad).
La
mayoría de los terapeutas coincide en que estos pacientes muestran una
capacidad de razonamiento normal en las pruebas estructuradas, como la escala
de inteligencia de Wechsler para adultos.
Los
pacientes con trastorno límite de la personalidad distorsionan sus relaciones
porque consideran a las personas absolutamente buenas o absolutamente malas.
Las ven como figuras que pueden brindar afecto y cuidado o como figuras
odiosas, sádicas.
Pueden
depender mucho de las personas cercanas y demostrar tremendos enfados o rabia
hacia estas en momentos de frustración. Tienen un bajo nivel de tolerancia a la
frustración y gran dificultad para canalizarla de forma adecuada.
Según la
psicóloga americana, Marsha Linehan, hay sujetos que nacen con una tendencia
biológica a reaccionar más intensamente a niveles menores de estrés que otras
personas, y tardan más en recuperarse (esta puede ser una de las causas de este
trastorno).
Dentro de
la inestabilidad en las relaciones interpersonales, presentan un patrón de
relaciones inestables e intensas. Pueden idealizar a quienes se ocupan de
ellos. Sin embargo, cambian rápidamente de forma de pensar y pueden pasar de
idealizar a los demás a devaluarlos, pensando que no les prestan suficiente
atención.
Tienen una
necesidad enorme de llevar una vida normal y tener buenas relaciones, pero a la
vez, tienen mucho miedo a la intimidad. La tensión entre esta necesidad y el
miedo causa ansiedad, culpabilidad y rabia.
Tienen
respuestas impredecibles, consistentes en cambios bruscos de humor o repentinas
explosiones emocionales. Pueden mostrar sarcasmo extremo, amargura persistente
o explosiones verbales. Esta conducta es dañina para la persona con este
trastorno y para las personas cercanas, quienes no siempre saben cómo actuar y
pueden pensar que no importa lo que hagan o digan, será dado la vuelta y usado
en su contra.
Los
sentimientos varían drásticamente en calidad e intensidad de momento a momento,
pueden ser tan intensos que lleguen a distorsionar la percepción de la
realidad.
Pueden
alternar entre sentirse llenos de sentimientos o bloquearse dando una imagen de
apatía total y absoluta. Con estos intensos sentimientos o pensamientos de tipo
negro/blanco, la desilusión a menudo se convierte en ira, que puede ser
dirigida hacia otros, en ataques verbales o físicos, o dirigida hacia uno mismo
en intentos de suicidio o conductas autolesionantes.
Es
frecuente que los sujetos con trastorno límite de la personalidad expresen ira inapropiada
e intensa o que tengan problemas para controlar la ira. Estas expresiones de
ira suelen ir seguidas de pena y culpabilidad y contribuyen al
sentimiento que tienen de ser “malos” o “bichos raros”.
La ira y
la lógica no se mezclan. El enfado es más fácil que el miedo y les hace menos
vulnerables. Cuando un enfermo está alterado, no se puede esperar que actúe con
lógica, no porque no quiera, sino porque no puede. Un simple enfado parece
igual que uno tremendo y es difícil distinguir.
Los
arranques de ira pueden ser aterradores. La persona puede dar la impresión de
que está totalmente fuera de control, actuando por impulsos y sin importarle
las consecuencias de su conducta. La realidad, es que en ese momento NO LO PUEDE EVITAR, aunque es
consciente de que lo que está haciendo apartará aún más a la persona de su
lado. Cuando se enfadan con alguien, ese alguien deja de ser una persona con
sentimientos, se convierte en el objeto de su odio y la causa de su malestar.
Es el “enemigo”, se vuelven paranoicos y piensan que ese alguien les quiere
hacer daño, entonces se preparan para demostrar que tienen el control sobre
esta persona.
Aunque
pueden ser emocionalmente (incluso físicamente) abusivos, es importante
comprender que por lo general no intentan hacer daño. Están actuando por un
intenso dolor miedo o vergüenza, utilizando defensas primitivas que
posiblemente hayan aprendido hace mucho tiempo.
Destacar
que estas personas suelen ser inteligentes, agudas, graciosas e ingeniosas.
DIAGNÓSTICO
Los
terapeutas utilizamos el ya citado “DSM-IV-TR”
(Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) para hacer
diagnósticos de salud mental. A continuación aparecen los criterios para el
diagnóstico del trastorno límite (la presencia de 5 o más puede indicar la
existencia de este trastorno):
- Esfuerzos
frenéticos para evitar un abandono real o imaginario
- Patrón
de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la
alternancia entre los extremos de idealización y devaluación
- Alteración
de la identidad: auto-imagen o sentido de sí mismo acusada y
persistentemente inestable
- Impulsividad
en al menos dos áreas que son potencialmente dañinas para sí mimo (Ej.:
gastos, sexo, abuso de sustancias, conducción temeraria, atracones de
comida...)
- Comportamientos
intensos o amenazas suicidas recurrentes, o comportamiento de automutilación
- Inestabilidad
afectiva debida a una notable reactividad del estado de ánimo (por ej.:
episodios de intensa disforia, irritabilidad o ansiedad, que suelen durar
unas horas y raras veces unos días)
- Sentimientos
crónicos de vacío
- Ira
inapropiada e intensa o dificultades para controlar la ira (por ej.:
muestras frecuentes de mal genio, enfado constante, peleas físicas
recurrentes)
- Ideación
paranoide transitoria relacionada con el estrés o síntomas disociativos
graves
Hay que
tener en cuenta que hasta cierto punto, todos tenemos estas características,
especialmente los adolescentes. Estas características deben de ser de larga
duración (años), persistentes e intensas para que se pueda diagnosticar este
trastorno.
Es
importante recordar que hay que tener cuidado a la hora de hacer diagnósticos
propios o a otras personas. Un diagnóstico no debe de estar basado en los
contenidos de un folleto informativo, una página web ni de un libro. Si cree que usted o alguien que conoce puede
tener este trastorno lo mejor es hablar
con un terapeuta cualificado.
Muchas
personas con este trastorno pueden tener problemas o preocupaciones adicionales
como depresión, trastornos de la alimentación, abuso de sustancias, etc. y
puede resultar difícil aislar lo que es el trastorno límite de la personalidad
de otros trastornos.
TRATAMIENTO
Las
personas con este trastorno, necesitan
comprender su enfermedad y ser tratados correctamente. Para conseguir
resultados satisfactorios, se precisan fundamentalmente dos cosas: elevada
motivación del paciente y un buen terapeuta. Los pacientes no tratados sufren
unas vidas extremadamente dolorosas y destructivas, al igual que sus allegados.
El
tratamiento que se debe aplicar es muy complejo, dado que es necesario combinar
elementos de diversas terapias para responder adecuadamente a la complejidad
del cuadro y adaptarse a las características particulares de cada persona.
De esta
forma, se precisa del trabajo de un equipo multidisciplinar (psicólogos,
psiquiatras, centros de día o urgencias psiquiátricas), así como de la ayuda de
la familia (pieza clave en el tratamiento de este trastorno). En este sentido,
es importante dar pautas a las familias para que sepan afrontar los problemas
del día a día.
Finalmente,
señalar que, afortunadamente, la enfermedad tiende a remitir con la edad. Es
decir, suele mejorar conforme el paciente va madurando y reestructurando el
pensamiento.
*Psiquiatra, Director del Instituto
Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
Etiquetas:
Borderline,
Límite,
Personalidad,
Trastorno
10 de diciembre de 2015
26 de octubre de 2015
El Síndrome del
Desgaste Profesional “Burn Out”.
Sumario.
El
exceso de trabajo no ha matado a nadie;
pero
no quieras correr el riesgo de ser el primero.
Noel Clarasó
Miguel Duque Pérez-Camacho*
El término "Burn
out" procede del inglés y se traduce en castellano por "estar
quemado". A mediados del año 1974 el psiquiatra Herbert
Freudenberger describió el síndrome Burn out, aunque no con tal
nombre, como una patología psiquiátrica que experimentaban algunos
profesionales que trabajaban en algún tipo de institución cuyo objeto de
trabajo son personas.
El psiquiatra trabajaba en
una clínica de Nueva York y observó como la gran mayoría de los voluntarios que
trabajaban con toxicómanos, en un periodo determinado -normalmente un año-,
sufrían de forma progresiva una pérdida de energía, hasta llegar al
agotamiento, síntomas de ansiedad y depresión así como desmotivación en su
trabajo y agresividad con los pacientes.
Herbert Freudenberger lo definió como
“una sensación de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una
sobrecarga por exigencias de energía, recursos personales o fuerza espiritual
del trabajador.
En las mismas fechas (1974),
la psicóloga social Cristina Maslach utilizó el término Burn
out, empleado hasta entonces por los abogados californianos para describir
el proceso gradual de pérdida de responsabilidad profesional y desinterés
cínico entre compañeros de trabajo, para referirse a un conjunto de respuestas
emocionales que afectaban a los profesionales de ayuda.
Cristina Maslach (1976) estudió lo
que denominaba "pérdida de responsabilidad profesional", así, desde
el ámbito psicosocial, describía el síndrome sin estigmatizar psiquiátricamente
a la persona. En 1986, Maslach y Jackson, define el síndrome como "un
síndrome de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización
personal, que puede ocurrir entre individuos que trabajan con personas."
En 1988 Pines y
Aronson proponen una definición más amplia, no restringida a las
profesiones de ayuda: "Es el estado de agotamiento mental, físico y
emocional, producido por la involucración crónica en el trabajo en situaciones
con demandas emocionales".
Brill, otro investigador de esta
área, lo entiende como un estado disfuncional relacionado con el trabajo en una
persona que no padece otra alteración psicopatológica significativa.
La literatura nos ofrece al menos diecisiete
denominaciones diferentes en castellano para el fenómeno, si bien algunas de
ellas presentan una gran similitud. Considerando ese grado de similitud, las
denominaciones pueden ser clasificadas en tres grupos.
Un primer grupo recogería
las denominaciones que toman como referencia para la denominación en castellano
el término original anglosajón burn out. En este grupo de denominaciones se
habla de:
1) Síndrome de quemarse por el
trabajo (Gil-Monte y Peiró, 1997)
2) Síndrome de estar quemado en
el trabajo (Salanova y colaboradores, 2000)
3) Síndrome de quemarse en el
trabajo (Guillén y Santamaría, 1999; Manassero, 2000)
4) Síndrome de estar quemado (Da
Silva y colaboradores, 1999)
5) Síndrome del quemado (Chacón
y colaboradores, 1999)
6) Estar quemado (Olmeda y
colaboradores, 2002)
7) Quemazón profesional (Aluja,
1997)
Un segundo grupo recoge
aquellas denominaciones que optan por una vía alternativa a la traducción
literal. Son denominaciones que se caracterizan por tomar como referencia el
contenido semántico de la palabra, o el contenido de la patología, en lugar de
una traducción más o menos literal del término anglosajón:
8) Desgaste psicológico por el
trabajo (García, Sáez y Llor, 2000)
9) Desgaste ocupacional (López,
1996)
10) Desgaste profesional (Arón y
colaboradores, 2000)
11) Agotamiento profesional
(Belloch y colaboradores, 2000)
12) Síndrome de cansancio
profesional (Belloch y colaboradores, 2000)
Por último, un tercer
grupo recogería aquellos estudios en los que se considera que el
síndrome de quemarse por el trabajo es sinónimo de estrés laboral, y por tanto
es posible denominarlo como:
13) Estrés crónico laboral
asistencial (Manzano, 2001)
14) Estrés laboral asistencial
(Arranz, Torres, Cancio y Hernández, 1999),
15) Estrés profesional (Aluja,
1997)
16) Estrés laboral (Fuertes et
al., 1997; García et al., 1999)
El número de denominaciones
se puede ampliar a diecinueve al incluir la denominación “síndrome del
empleado” ofrecida en la página web de la Universidad de California y
la denominación “enfermedad de Tomás o síndrome de Tomás” (Meeroff, 1997;
Mingote y Pérez, 1999; Tarela, 2002). Éste, no es un SDP genuino porque el Dr.
Tomás, personaje de la “Insoportable levedad del ser” del checo Milan Kundera,
que trabaja en la Sanidad Pública, lo que desea es llegar a la Sanidad Privada
para ganar prestigio y enriquecerse.
Una vez que está afectado el
trabajador, si no es con una intervención externa de cambio de las condiciones
que han motivado esa alteración, de protección, de ayuda o mediante un reajuste
laboral, no conseguirá recuperar su salud. El SQT (Síndrome del Quemado en el
Trabajo) no se da como consecuencia de un salario insuficiente, o de
incompetencia por falta de conocimientos, o debido a las dificultades físicas,
ni es consecuencia de cualquier trastorno mental existente.
En mi opinión, estos
trabajadores sanitarios no han sido gratificados verbalmente por la empresa, la
organización, los superiores jerárquicos ni los familiares de los pacientes que
no han valorado su entrega, entusiasmo, rendimiento y en ocasiones sacrificio.
Conclusiones para delimitar el concepto de SQT:
· El burnout es
consecuencia de la exposición a estresores laborales. Esta interacción del
trabajador con unas determinadas condiciones laborales de riesgo puede provocar
el síndrome, siendo, por tanto, una consecuencia sobre la salud en la persona
que se deriva del trabajo.
· Es preciso que en el
desarrollo del trabajo se dé un intercambio relacional intenso y duradero de
trabajador - cliente, trabajador-paciente o trabajador-usuario. Esta respuesta
se caracteriza más en trabajos de "servicios humanos" de ayuda. No
obstante, se ha identificado en otros profesionales como directivos, mandos
intermedios, deportistas, entrenadores, etc.
· La comunidad científica
acepta conceptualmente el planteamiento empírico de la tridimensionalidad del
síndrome (Maslach y Jackson, 1981), que se síntomatiza en cansancio
emocional, despersonalización y reducida realización personal.
· Los conceptos de estrés y burnout son
constructos diferentes.
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) define el estrés como el conjunto de reacciones fisiológicas
que prepara el organismo para la acción.
Selye precisa:
“Mientras que el estrés representa la suma de las modificaciones inespecíficas
que se producen en el organismo en un momento cualquiera, el síndrome general
de adaptación (SGA) engloba todas las modificaciones inespecíficas que se
desarrollan en el tiempo, durante la exposición continua a los ataques de un
factor estresante”.
El SGA se desarrolla
progresivamente en tres fases: reacción de alarma, fase de resistencia y fase
de agotamiento.
Factores de riesgos a nivel de organización: Estructura de la
organización muy jerarquizada y rígida, Falta de apoyo instrumental por parte
de la organización, Exceso de burocracia, "burocracia
profesionalizada".
Factores de riesgo relativos al diseño del puesto
de trabajo: Sobrecarga de trabajo, exigencias emocionales en
la interacción con el paciente, Descompensación entre
responsabilidad y autonomía.
Factores de riesgo relativos a las
relaciones interpersonales: Trato con usuarios difíciles
o problemáticos, Relaciones conflictivas con clientes, Negativa dinámica de
trabajo, Relaciones tensas, competitivas, con conflictos entre compañeros y con
usuarios.
El SQT es un proceso que
surge como respuesta al estrés laboral crónico y, por tanto, es un fenómeno que
está vinculado a la aparición de riesgos psicosociales en el trabajo. Este
fenómeno puede ser catalogado como el resultado de un proceso de acoso
psicosocial en el trabajo.
Existen dos interrogantes
que se plantean con frecuencia:
a) ¿Se trata de una patología
nueva o ya existía antes de la década de los setenta?
b) ¿El SDP ( Síndrome de
Desgaste Profesional) se da sólo en profesionales de ayuda o se puede
desarrollar también en otro tipo de trabajadores?
Con el SDP ha ocurrido algo
similar a lo ocurrido con la obesidad. El fenómeno siempre ha estado ahí, puede
que siempre hayan existido personas afectadas por el SDP, y no sería de
extrañar que esto sea así desde que el trabajo se configuró como un fenómeno
colectivo y social. A lo largo del siglo pasado se realizaron
descripciones del fenómeno, tanto en la literatura científica (Schwartz y Hill,
1953) como en la literatura popular de carácter no científico, que incluso lo
denominó con el término científico que tiene en la actualidad (Greene, 1961).
Han sido necesarios una serie de cambios sociales, culturales y
organizacionales, en el mundo del trabajo, como se expone más adelante, para
que el fenómeno “salga del armario” y para que se le haya otorgado el
calificativo, con frecuencia desmedido, de “epidemia”.
En relación a la segunda
cuestión que con frecuencia se plantea, hay que decir que el SDP no es una
patología exclusiva de los profesionales de ayuda, o del sector servicios.
Cuando se revisa la literatura
sobre el SDP, se comprueba que la mayoría de los estudios se han realizado con
muestras de profesionales de la educación y profesionales de la salud.
Si además consideramos que
el SDP puede llegar a contagiarse (por ejemplo, mediante procesos de aprendizaje
social o por cualquier mecanismo de influencia social), con toda probabilidad
la difusión del fenómeno será mayor que entre otros colectivos con menor número
de individuos, o en los que éstos se encuentran más dispersos dentro de la
organización. No obstante, hay estudios en los que se concluye sobre la
presencia de niveles relevantes del síndrome en colectivos como mujeres
de trabajadores (Westman, Etzion y Danon, 2001), vendedores (Klein
y Verbeke, 1999), ingenieros y técnicos y deportistas.
Cualquier profesional o
trabajador con una gran vocación, que se entrega a su profesión, con altos
niveles de idealismo profesional y que desarrolla su trabajo centrado en el
trato hacia los demás puede desarrollar el SDP. Se podría afirmar que “todo
trabajador que se enciende con su trabajo puede llegar a quemarse”.
Según los estudios de
Freudenberger este síndrome sería contagioso, ya que los
trabajadores que lo padecen pueden afectar a los demás con su hastío,
desesperación y cinismo, con lo que en un corto período de tiempo la
organización, como entidad, puede caer en el desánimo generalizado.
Otros autores como Savicki,
Seidman y Zager formulan la posibilidad de que genere efectos
epidémicos.
Aspectos en los que se manifiesta el Burn Out
Psicosomáticos
-Manifestaciones mentales: sentimientos
de vacío, agotamiento, fracaso, impotencia, baja autoestima y pobre realización
personal. También es frecuente el estado de nerviosismo, inquietud, dificultad
para la concentración y una baja tolerancia a la frustración, con
comportamientos paranoides y/o agresivos hacia los alumnos y sus familias,
compañeros y la propia familia.
-Manifestaciones físicas: cefaleas,
insomnio, algias osteomusculares, alteraciones gastrointestinales, taquicardia.
Conductuales
Predominio de hábitos adictivos (tabaco,
alcohol, drogas) y también de tácticas para evitar situaciones
desagradables que suele derivar en un bajo rendimiento y como medida más
extrema en el absentismo laboral. Las conductas violentas suelen ser muy
frecuentes.
Emocionales
Distanciamiento afectivo como forma
de protección del yo, aburrimiento y actitud cínica, impaciencia e
irritabilidad, desorientación, sentimiento de impotencia, incapacidad de
concentración y sentimientos depresivos.
Clima laboral
Baja productividad laboral y
descenso en la calidad de los servicios que presta a los clientes, aumento de
interacciones hostiles, frecuentes conflictos interpersonales en el ámbito del
trabajo y dentro de la propia familia, comunicaciones deficientes.
Tipos
Gillespie diferenció dos
tipos de Burn out que surgen precisamente por la ambigüedad en la
conceptualización del síndrome: Burn out activo: Se
caracteriza por el mantenimiento de una conducta afirmativa. Se relaciona con
los factores de organización o elementos externos a la profesión y Burn
out pasivo: Predominan los sentimientos de retirada y apatía.
Tiene que ver con factores internos psicosociales.
Recordemos el síndrome tridimensional caracterizado
por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal
de Maslasch y Jackson.
- El agotamiento emocional y físico se
caracteriza por una ausencia o falta de energía, entusiasmo y un sentimiento de
escasez de recursos. A estos sentimientos pueden sumarse los de frustración y
tensión en los trabajadores que se dan cuenta que ya no tienen condiciones de
gastar más energía.
- La despersonalización o deshumanización se
caracteriza por tratar a los clientes, compañeros y la organización como
objetos. Los trabajadores pueden demostrar insensibilidad emocional, un estado
psíquico en que prevalece el cinismo o la disimulación afectiva, la crítica
exacerbada de todo su ambiente y de todos los demás.
- La disminución de la realización
personal en el trabajo que se caracteriza como una tendencia del
trabajador a autoevaluarse de forma negativa. Las personas se sienten infelices
consigo mismas, insatisfechas con su desarrollo profesional, experimentan una
declinación en el sentimiento de competencia y de éxito en su trabajo y en su
capacidad de interactuar con las personas.
Fases del Burn Out
Jerry Edelwich y Archie
Brodsky (1980) definen el burn out "como una perdida progresiva
del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de
ayuda, como resultado de las condiciones de trabajo".
Proponen cuatro fases por las cuales pasa todo
individuo con burn out:
· Etapa de idealismo y
entusiasmo. El individuo posee un alto nivel de energía
para el trabajo, expectativas poco realistas sobre él y aún no sabe lo que
puede alcanzar con éste. Hay una hipervalorización de su capacidad profesional
que le lleva a no reconocer los límites internos y externos, algo que puede
repercutir en sus tareas profesionales.
· Etapa de estancamiento. Supone una
disminución de las actividades desarrolladas cuando el individuo constata la
irrealidad de sus expectativas.
· Etapa de apatía y
frustración. Es la fase central del síndrome burn out. La
frustración de las expectativas lleva al individuo a la paralización de sus
actividades, desarrollando apatía y falta de interés. Una de las respuestas
comunes en esta fase es la tentativa de retirada de la situación frustrante.
Estos comportamientos empiezan a volverse constantes abriendo el camino para la
última etapa de burn out, la del distanciamiento.
· Etapa de distanciamiento. La persona
está crónicamente frustrada en su trabajo, ocasionando sentimientos de vacío
total que pueden manifestarse en la forma de distanciamiento emocional y de
desvalorización profesional.
Causas
El Burn out surge como
consecuencia de situaciones estresantes que provocan que el individuo esté más
predispuesto a padecerlo. El estrés suele tener carácter laboral,
primordialmente, ya que la interacción que el individuo mantiene con los
diversos condicionantes del trabajo son la clave para la aparición del burn
out.
Las actuaciones que
desencadenan la aparición de este síndrome suelen ser intensas y/o
duraderas, porque el burn out se conceptualiza como un proceso continuo que
se manifiesta de una manera paulatina y que va interiorizando el individuo
hasta provocar en éste los sentimientos propios del síndrome.
Existen determinados
factores que propician el burn out: la naturaleza de la tarea, la variable organizacional o institucional la variable interpersonal y la variable individual .
Consecuencias del Burn Out
El concepto más importante
es que el Burn-out es un proceso (más que un estado) y es progresivo (acumulación
de contacto intenso con consultantes). El proceso incluye: 1. Exposición
gradual al desgaste laboral, 2. Desgaste del idealismo y 3. Falta de logros.
Además existen una serie de efectos provocados
por éste fenómeno:
-Afecta negativamente la resistencia del
trabajador.
-Favorece la Respuesta Silenciosa (Danieli,
1984, Baranowsky 1997) que es la incapacidad para atender a las experiencias de
los consultantes, que resultan abrumadoras.
-Gradualmente el cuadro se agrava en relación
directa a la magnitud del problema.
-El sentirse usado, menoscabado o
exhausto debido a las excesivas demandas de energía, fuerza o recursos
personales.
-Estados de fatiga o frustración son el
resultado de la devoción a una causa, estilo de vida, o relación que fracasó al
intentar obtener una recompensa esperada.
- La progresiva pérdida del idealismo, de la energía y el propósito que experimentan muchos profesionales que trabajan ayudando a otras personas son el resultado de sus condiciones de trabajo.
- El síndrome de agotamiento, es el último paso en la progresión de múltiples intentos fracasados de manejar y disminuir una variedad de situaciones laborales negativas.
- La progresiva pérdida del idealismo, de la energía y el propósito que experimentan muchos profesionales que trabajan ayudando a otras personas son el resultado de sus condiciones de trabajo.
- El síndrome de agotamiento, es el último paso en la progresión de múltiples intentos fracasados de manejar y disminuir una variedad de situaciones laborales negativas.
La lista de síntomas psicológicos
que puede originar este síndrome es extensa, pudiendo ser leves,
moderados, graves o extremos.
Uno de los primeros síntomas de carácter leve pero que sirve de primer escalón de alarma es la dificultad para levantarse por la mañana o el cansancio patológico, en un nivel moderado se presenta distanciamiento, irritabilidad, cinismo, fatiga, aburrimiento, progresiva pérdida del idealismo.
Uno de los primeros síntomas de carácter leve pero que sirve de primer escalón de alarma es la dificultad para levantarse por la mañana o el cansancio patológico, en un nivel moderado se presenta distanciamiento, irritabilidad, cinismo, fatiga, aburrimiento, progresiva pérdida del idealismo.
Los graves se expresan en el abuso
de psicofármacos, absentismo, abuso de alcohol y drogas, entre otros
síntomas. Es la repetición de los factores estresantes lo que
conforma el cuadro de crónico, que genera baja de la autoestima, un estado de
frustración agobiante con melancolía y tristeza, sentimientos de impotencia,
pérdida, fracaso, estados de neurosis, en algunos caso psicosis con angustia
y/o depresión e impresión de que la vida no vale la pena, llegando en los casos
extremos a ideas francas de suicidio.
Medidas de prevención
La mayoría de los autores
(Byrne, Maslach, Huberman…) coinciden en que la prevención es un aspecto
fundamental para solucionar los efectos que produce el Burn Out.
Las medidas de prevención se pueden clasificar en
tres apartados según sea la forma de aplicación:
A) Estrategias de intervención
individuales:
Dentro del ámbito educativo existen diversos
métodos:
-Cognitivo-conductual: enseñan a
desconectar del trabajo y separan la vida personal y familiar de la laboral,
utilizando técnicas para mejorar la ejecución del trabajo intentando conseguir
la mayor efectividad en el mínimo tiempo posible.
-Orientación psicodinámica. Es una
metodología poco utilizada pero hay que destacar el trabajo de Andrianopoulos
sobre psicoeducación y asesoramiento. También, aparecen en la literatura
técnicas de tipo físico que actúan sobre los efectos fisiológicos del estrés y
del Burn out, como por ejemplo, la propuesta de Travers y Cooper de hacer
ejercicio físico, yoga, relajación y viajes.
No debemos olvidar:
B) Estrategias de intervención grupales
C) Estrategias de intervención organizacionales
¿Se puede tratar?
La principal dificultad para
el tratamiento es la resistencia de los médicos para admitir ellos mismos
problemas emocionales y adoptar el rol del paciente (peores pacientes).
Actualmente se considera una
enfermedad profesional. Es responsabilidad compartida, individual, colegial e
institucional, la tarea de mejorar las condiciones de trabajo del personal
sanitario para realizar la tare clínica a un nivel óptimo de calidad y de
eficiencia. Existe un proyecto programa de ayuda al médico enfermo, canalizado
a través de los colegios de médicos.
Los dos métodos terapéuticos más eficaces que se conocen son, las
técnicas cognitivas conductuales y la psicoterapia. Ambas, por su complejidad,
precisan del Psiquiatra y psicólogo.
Tratamiento
No existe ningún tratamiento
específico para el síndrome de “burn out”, ni tampoco una estrategia simple de
prevención. Las terapias que se utilizan van encaminadas a restablecer la salud
psicológica del afectado y recuperar el rendimiento laboral y se basan en el
control del estrés, el ensayo conductual y la potenciación del autocontrol. En
ocasiones, es necesario un breve período de baja laboral y en los casos más
graves hay que recurrir a los fármacos antidepresivos.
La solución más eficaz para
prevenir este síndrome pasaría por el establecimiento de cursos de formación
destinados a aumentar la competencia psicosocial, los recursos emocionales del
profesional y el fortalecimiento de la salud psicológica de los empleados.
Desde el año 2010, el Colegio
Oficial de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, toma en consideración el SDP
y pone en marcha el Programa de Prevención del Riesgo Psicosociolaboral que
engloba tres programas o subprogramas diferenciados aunque relacionados:
A) Programa de desarrollo profesional y humano
del MIR.
B) Programa de Bienestar Laboral del Médico (PROBILA)
C) Programa de intervención clínica en
estudiantes del MIR de la Academia MIR del OMC.
Para concluir, personalmente
me inclino por usar el término diagnóstico “SÍNDROME DEL DESGASTE PROFESIONAL”,
en lugar de Síndrome del quemado. En primer lugar, para evitar equívocos que
podrían dar lugar al de las secuelas psicofísicas de los damnificados por
acción del fuego o agentes químicos. Y en segundo lugar, para impedir en la
medida de lo posible, introducir en el lenguaje coloquial, términos médicos que
pueden perder su verdadero sentido etimológico vulgarizando su uso y abuso
malintencionado.
*Psiquiatra, Director del
Instituto Canario de Psiquiatría (ICAPSI) y Presidente de la
Sociedad Española de
Psiquiatría Social (SEPPS).
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